De moda durante los últimos meses por ser la tecnología que varias farmacéuticas han utilizado para desarrollar una vacuna contra la covid, el ARN mensajero (ARNm) ha puesto el foco en otro tipo de enfermedades, y en concreto en algunas que afectan al cerebro
Investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) del Instituto de Salud Carlos III y del Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona (IIBB–CSIC) han analizado las principales estrategias para modular la función que el ARNm desempeña en el cerebro.
Para ello los investigadores, que han publicado sus primeras conclusiones en la revista internacional Pharmacology and Therapeutics, están utilizando secuencias cortas (llamadas oligonucleótidos) de la información genética.
El ARN mensajero se está convirtiendo en un objetivo cada vez más importante para la intervención terapéutica, ya que transmite información directa desde el genoma, ha destacado el Cibersam, y los investigadores han estudiado en esa línea las principales vías moleculares que están implicadas en enfermedades tan prevalentes como la depresión o el párkinson.
La depresión es una de las afecciones médicas más prevalentes y debilitantes y el riesgo de suicidio entre quienes la sufren es aproximadamente 20 veces mayor que en la población general, y la Organización Mundial de la Salud ha alertado de que será el principal problema de salud de la población en el año 2050.
El Cibersam ha observado que la depresión es un trastorno complejo que se produce como resultado de la interacción de factores genéticos con factores de riesgo neurobiológicos, culturales y ambientales, entre los cuales el estrés es el factor de riesgo principal.
El párkinson, por su parte, es una enfermedad relacionada con la edad, con una incidencia y prevalencia mayor en personas mayores, aunque este centro de investigación ha observado que la edad de aparición de casi el 25 por ciento de las personas afectadas es menor de 65 años y entre el 5 y el 10 por ciento de las personas diagnosticadas es menor de 50 años.
Los investigadores han revisado las vías moleculares afectadas en las dos enfermedades (la depresión y el párkinson) y las principales características de los distintos tipos oligonucleótidos terapéuticos (secuencias cortas del genoma) que intervienen y han destacado los últimos avances sobre la optimización de estas moléculas para su direccionamiento hacia el cerebro.
Además de los centros españoles, en el trabajo han participado investigadores del Departamento de Neurobiología del Estrés y Neurogenética del Instituto Max Planck alemán y de varias instituciones científicas de Israel.