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20 abril 2024 3:24 pm

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El volcán torna a extremadamente desfavorable el aire excelente que era habitual en Los Llanos

La erupción volcánica ha hecho que la concentración de dióxido de azufre en el municipio de Los Llanos de Aridane haya superado en varias ocasiones el umbral de alerta

El volcán torna a extremadamente desfavorable el aire excelente que era habitual en Los Llanos
Un grupo de personas observa la erupción del volcán de Cumbre Vieja desde el mirador de Tajuya. Europa Press

La calidad del aire que se respira en el Valle de Aridane, en Los Llanos, es habitualmente «excelente«, pero desde que el pasado 19 de septiembre entró en erupción un volcán en Cumbre Vieja ha llegado en muchas ocasiones a ser «extremadamente desfavorable«.

Este cambio tan grande se debe a que el dióxido de azufre (SO2), las partículas de menos de 10 micras (PM10), las partículas ultrafinas, y el hollín que salen del volcán elevan de forma considerable la concentración de esas sustancias contaminantes en la atmósfera. De ese modo la calidad, del aire empeora.

En el caso del dióxido de azufre, la calidad del aire es buena si la concentración no supera los 100 microgramos por metro cúbico de aire. Pasa a razonablemente buena si está entre 101 y 200. Es regular entre 201 y 350 y desfavorable entre 351 y 500. Muy desfavorable entre 501 y 750, y a extremadamente desfavorable entre 751 y 1.250.

El umbral de alerta se ha superado en varias ocasiones

Tras la aparición de este volcán, la concentración de dióxido de azufre en el municipio de Los Llanos de Aridane ha superado en varias ocasiones el umbral a partir del cual hay que declarar la alerta. La alerta por la presencia de este gas en la atmósfera (500 microgramos de SO2 por metro cúbico durante tres horas consecutivas).

Eso se produjo al menos en tres ocasiones, el 23 de octubre en el municipio de Los Llanos de Aridane, el 25 de octubre y el 1 de noviembre.

Los expertos han explicado que el dióxido de azufre que perjudica a la salud en La Palma es el que desprenden las coladas de lava, ya que la inmensa mayoría del que sale del volcán se va por encima del mar de nubes, a 3.000 o 4.000 metros de altitud.

De ese modo, los problemas de calidad del aire los causa el avance de las coladas de lava y los expertos apuntan que, cada vez que hay un derrumbe en el cono volcánico y sale colada nueva, surgen fumarolas cuando se enfría, lo que da lugar a concentraciones altas de dióxido de azufre en niveles bajos, a la altitud a la respira la población.

En cuanto a las partículas de menos de 10 micras, la calidad del aire es buena si la concentración está entre 1 y 20 microgramos por metro cúbico de aire; razonablemente buena si está entre 21 y 20; regular entre 41 y 50; desfavorable entre 51 y 100; muy desfavorable entre 101 y 150, y extremadamente desfavorable entre 151 y 1.200.

Y, desde que entró en erupción el volcán, la concentración de partículas PM10 ha superado los 151 en muchas ocasiones, y el Gobierno de Canarias ha dado un aviso para que los ciudadanos tomen medidas de precaución.

Gestión de la colada

Los expertos han destacado que la gestión de la colada de la lava se lleva impecablemente bien en La Palma, y han recordado que el dióxido de azufre es un gas que en el aire se convierte en aerosoles o partículas nanométricas de ácido sulfúrico, y en sulfato, lo que hace que haya partículas PM2,5 y PM10, así como ultrafinas.

Y cuando semanas atrás la colada incandescente quemaba fincas, plataneras e industrias, había mucho hollín, que también es perjudicial para la salud, e igualmente es un problema la ceniza, que la mayor parte del tiempo es muy gruesa y no se respira, pero ha habido periodos en los que se ha emitido con menos de 10 micras.

Una ceniza que cuando es gruesa y se deposita en el suelo reduce su grosor al pisarla o pasar sobre ella con vehículos. Así llega a tener menos de 10 micras y se puede respirar cuando la dispersan de nuevo al aire los vehículos.

La contaminación atmosférica no afecta por igual a toda la población. Son más sensibles a ella los niños, las personas mayores de 65 años y las que tienen afecciones respiratorias, cardiovasculares o están en grupos de riesgo por padecer asma o epoc, entre otras. 

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