El Gobierno se resiste a vincular públicamente la actitud de Marruecos con la presencia en España del líder del Frente Polisario, hospitalizado en Logroño
La situación que se ha producido desde el pasado lunes en Ceuta ha derivado en la mayor crisis diplomática entre España y Marruecos en 20 años. Hay que remontarse a la crisis de la isla de Perejil en 2002 para encontrar un grado de tensión tan elevado entre ambos países vecinos.
Ahora el foco está en el Sáhara. Marruecos presiona a la Unión Europea después de que el expresidente estadounidense, Donald Trump, declarase la soberanía marroquí sobre este territorio no autónomo, según la ONU, días antes de dejar su cargo.
El detonante para la presente tensión diplomática entre España y Marruecos reside en la admisión en un hospital español del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali.
El Gobierno se resiste a vincular públicamente la actitud de Marruecos con la presencia en España del líder del Frente Polisario, hospitalizado en Logroño.
Así, en la rueda de prensa posterior a la reunión del Consejo de Ministros, la portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, ha señalado que las crisis migratoria «responden a causas múltiples y son demasiado complejas como para establecer causa-efecto».
Sin embargo, la avalancha de inmigrantes desde territorio marroquí llega después de las protestas de las autoridades de Marruecos por la presencia en España de Ghali.
Marruecos, estratégico
Marruecos, con el apoyo de Francia, Estados Unidos y Rusia, ha mostrado una mayor fortaleza en sus reclamaciones en relación al Sáhara.
El país vecino ocupa un espacio geográfico estratégico, no solo para los intereses españoles, sino también de la Unión Europea. Este mismo martes el Consejo de Ministros aprobó una ayuda de 30 millones de euros al Ministerio de Interior de Marruecos para la lucha contra la inmigración irregular y el tráfico de personas.
Tampoco se puede olvidar la contención por parte de las autoridades marroquíes de los extremismos yihadistas.