Una ‘hoja de ruta’ con la que fomentar mayor ambición en materia de seguridad y defensa, promover la consulta política dentro la Alianza, reforzar la defensa colectiva y fortalecer su posición militar
La OTAN espera que la cumbre de líderes, en la que participará por primer vez el presidente estadounidense, Joe Biden, sirva para conjurar a los aliados en torno a la agenda de futuro y lograr así pasar página a las turbulencias de la era Donald Trump.
«Si algo ha demostrado los últimos cuatro años es que la relación trasatlántica va más allá de líderes políticos. Porque es robusta y fuerte y tenemos instituciones robustas como la OTAN», ha asegurado el secretario general, Jens Stoltenberg, en una rueda de prensa previa al encuentro.
Para la cumbre del lunes en Bruselas, Stoltenberg quiere abrir «un nuevo capítulo» en la organización a través de la agenda de modernización de la Alianza. Una ‘hoja de ruta’ con la que fomentar mayor ambición en materia de seguridad y defensa, promover la consulta política dentro la Alianza, reforzar la defensa colectiva y fortalecer su posición militar.
La cita será la primera de líderes aliados desde la llegada de Biden a la Casa Blanca y por ello se percibe como la prueba definitiva para dejar atrás el bache de los últimos años, cuando en Washington había un líder abiertamente escéptico con la OTAN.
«Estoy completamente seguro de que cuando nos reunamos el lunes, demostraremos el compromiso que existe con la Alianza no solo con palabras sino con hechos, a través de las decisiones sustantivas que tomaremos», ha indicado el político noruego sobre sus expectativas sobre la cumbre y el papel de Biden.
Para Stoltenberg, el «mensaje» será la propia escenificación de los 30 líderes aliados sentados a la misma mesa para afrontar los desafíos de defensa como el auge de China o la mayor agresividad de Rusia.
Aumentar el gasto en defensa
Sobre la mesa de los líderes aliados estará el asunto recurrente del gasto militar. Aumentar las partidas en Defensa fue uno de los principales caballos de batalla durante la etapa de Trump y se espera que la exigencia se mantenga con Biden.
Stoltenberg ya ha avisado de que la agenda de futuro de la Alianza pasa por incrementar la inversión militar. «Las nuevas tareas necesitarán de una inversión continua en Defensa. Hay que invertir más y mejor, por eso deberíamos gastar juntos para cumplir con nuestro alto nivel de ambición», ha señalado el exprimer ministro noruego, en una defensa de su proyecto de reforzar el presupuesto común de la OTAN, unas partidas que han permanecido inmutables los últimos años y con las que quiere aumentar la operaciones en el Báltico y el mar Negro, así como fortalecer el adiestramiento militar de socios de la OTAN.
España, en la cola del gasto militar
A tan solo unas horas de la cumbre, la organización ha dado a conocer su último informe sobre gasto militar de los aliados, un estudio que, pese al contexto de la pandemia de coronavirus, muestra el séptimo año consecutivo de crecimiento en la inversión en Defensa.
En concreto las partidas militares crecerán un 4,1 por ciento a nivel general en la OTAN, un aumento con respecto al 3,5 por ciento del año pasado, en línea con la tendencia de los últimos años. Esto supone 260.000 millones más de gasto militar con respecto a 2014, cuando los aliados se comprometieron a destinar el 2 por ciento de su PIB en Defensa. Según ha valorado Stoltenberg, las cifras ponen de relieve que los aliados están «en la buena senda».
Eso sí, el informe muestra un estancamiento en el número de países que alcanzan el 2 por ciento de inversión, tan solo diez aliados lograr ceñirse al compromiso, con España como segundo país que menos fondos destina para sus fuerzas armadas con el 1,02 por ciento.
Esta estimación representa un retroceso con respecto al gasto militar de España de 2020, cuando invirtió el 1,16 por ciento. Entre los aliados, solo Luxemburgo realiza menos gasto en Defensa, el 0,57 por ciento de su PIB.