La cosecha se espera que no sea abundante por la fauna silvestre
La vendimia de 2025 en La Palma arranca con incertidumbre y sin previsiones claras de producción, según confirmó este jueves la gerente del Consejo Regulador de Vinos La Palma, Eva Hernández, quien advirtió de que la cosecha de este año “no será especialmente abundante por culpa de la fauna silvestre”.

Mientras que en 2024 se recogieron unos 600.000 kilos de uva, Hernández señaló que “si este año llegamos a igualar esa cifra podemos quedarnos contentos”.
Daños por plagas
La situación actual viene marcada por los daños ocasionados por animales que los viticultores locales denominan “plagas”. “Primero fueron los conejos, ahora los pájaros y los lagartos”, explicó Hernández, señalando que los viñedos que cuentan con seguro agrícola ya comenzaron a registrar partes por pérdidas.
El problema se agrava porque, en las medianías donde se concentra el cultivo de vid, apenas quedan otros frutales que sirvan de alimento a la fauna, lo que convierte a las viñas en el principal objetivo.
Según datos del Consejo Regulador, hasta el 3 de septiembre se han recogido unos 14.000 kilos de uva, procedentes de seis bodegas de las comarcas de Mazo y Fuencaliente.
Entre las variedades que se cosecharon figuran malvasía, albillo, negramoll y listán, entre otras, reflejo de la diversidad que caracteriza al viñedo palmero, presente desde los 200 hasta los 1.500 metros de altitud.

Uvas agujereadas y vacías
La realidad en el campo la describe César, agricultor de la comarca de Mazo, que en plena vendimia confirma que “este año se está recogiendo menos, y además con prisa, porque acaba de llover”.
Aunque reconoce que las lluvias de invierno y primavera han sido abundantes, comenta que “los entendidos dicen que esa agua servirá para la vendimia del año que viene, pero no para este”.
Sobre las plagas, este agricultor insiste en que “se lo llevan todo y no hay forma de controlarlo”, hasta el punto de echar comida a las palomas para intentar alejarlas de sus viñas.
Aun así, lamenta que los racimos estén “llenos de campanillas”, es decir, “uvas agujereadas y vacías completamente por dentro, comidas por algún animal”.
Desde el Consejo Regulador también se ha mostrado preocupación por la aparición de la filoxera en Tenerife, por lo que su gerente subrayó la necesidad de “apelar a la responsabilidad individual” y cumplir las recomendaciones de la Consejería de Agricultura: no trasladar uva ni material agrícola desde la isla vecina.
“La filoxera es un pulgón diminuto, invisible a simple vista, y por ello el ser humano es el mayor dispersor”, recordó Hernández, que insistió en que este no es un problema exclusivo del sector agrícola, sino un desafío en el que “debemos estar vigilantes para no extender esta plaga como sociedad”.