Esta selva de laurisilva ubicada en el municipio de Hermigua, en el corazón de La Gomera, data de hace más de dos millones de años
Antes de que hubiera humanos, las laurisilvas ya cubrían la geografía gomera
A pesar de ser conocido por su clima subtropical y sus playas de ensueño, el archipiélago canario esconde uno de los bosques de laurisilva más tupidos del planeta.
El Parque de Garajonay, ubicado en la isla de La Gomera, es un reducto de monteverde y riachuelos que componen un mosaico natural de lo más atípico en Canarias.
Un paisaje de cuento que, además, guarda en su seno rastros de la leyenda de Gara y de Jonay, la versión aborigen de Romeo y Julieta, la eterna historia del amor imposible de la que beben los Romanceros. Según la historiografía popular, Gara, princesa de La Gomera y Jonay, príncipe de Tenerife, huyeron de la persecución y se ocultaron en el verde manto del bosque del Cedro.
Bosque del Cedro: Un reducto de monteverde en Canarias
En el noreste de la isla de Gara se encuentra el bosque del Cedro, en el municipio de Hermigua, puerta de entrada al Parque Nacional de Garajonay y pulmón verde de la isla.
Laureles, tiles o aceviños se erigen en las vertiendes más húmedas de la selva gomera, y conviven con especies más secas como el mocán, el palo blanco, el barbusano, el brezo o la faya. Un auténtico paraíso para los amantes de la naturaleza y del senderismo.
El bosque cuenta con una red de senderismo que discurre, principalmente, junto al barranco de mismo nombre. Un sinfín de caminos acondicionados y pistas forestales que llevan directamente al pasado, antes de que los humanos poblaran la isla, cuando sólo el musgo, los hongos y los líquenes daban forma a la realidad.
La ermita de Lourdes, el sueño de Florence Stephan Parry
Atravesando un bosque de laurisilva que discurre a ambos lados del barranco del Cedro, se llega hasta la ermita de Lourdes, un austero templo levantado a la orilla del riachuelo más caudaloso del Parque. Como todo en este sueño de niebla y laurisilva, el templo también esconde una historia digna de conocerse.
Y es que la ermita de Nuestra Señora de Lourdes representa el sueño hecho realidad de Florence Stephan Parry, una institutriz inglesa que fue a trabajar a La Gomera y que tras su jubilación, construyó en 1935 una ermita dedicada a Nuestra Señora de Lourdes en medio del bosque de El Cedro.
Junto al templo que soñó Florence, discurre el riachuelo de El Cedro, el más caudaloso del parque y del que beben el mito y la leyenda de Gara y Jonay.
Viaje a los bosques hace millones de años
«Garajonay es una reliquia que nos permite viajar al terciario, pues así era el bosque subtropical que tapizaba toda la cuenca mediterránea y el norte de África hace 20 millones de años»
Según Marcelino del Arco, catedrático de la Universidad de La Laguna y especialista en vegetación canaria que ha realizado la cartografía vegetal del Parque, «hay que tener alma de explorador cuando se camina por esta extensión de casi 4.000 hectáreas».
Más de un 85% de la extensión del Parque está cubierta por laurisilva y en su interior se crea un microclima que favorece una increíble biodiversidad cargada de endemismos. Un sempiterno manto de niebla y nubes recubre de humedad este vergel de árboles centenarios en el que viven más de 400 especies de flora.
Ya en el año 1981 fue catalogado como Parque Nacional, convirtiéndose en el primero de Canarias y el cuarto de España en recibir esta categoría. Cinco años después, en 1986, la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad. Desde 2012 es además Reserva de la Biosfera, conjuntamente con toda la isla.