Poema de Tomás Morales «Vacaciones sentimentales II»

Poema de Tomás Morales «Vacaciones sentimentales II» en la voz de Blanca Rodríguez y con el acompañamiento a la guitarra de Javier Infante. Grabado en la Casa Museo Tomás Morales, en Moya, Gran Canaria.

RTVC realiza un especial dedicado a Tomás Morales por la conmemoración del centenario de la muerte del poeta.

Poema de Tomás Morales «Vacaciones sentimentales II» en la voz de Blanca Rodríguez

«Vacaciones sentimentales» es un poemario de Tomás Morales. Una decena de poemas cortos que tienen relación entre sí. Todos se encuentran incluidos en el libro «Las Rosas de Hércules«.

Poema de Tomás Morales «Vacaciones sentimentales II»

Entonces era un niño con los bucles rizados:

a la tarde, solía jugar por el jardín;

feliz con mi trompeta, mi caja de soldados,

sin más novelerías que los cuentos de Grim.

Había algunas niñas, amigas de mi hermana:

Leopoldina era rubia con oros de trigal;

Carmencita, morena como una sevillana;

¡Lucila era tan pálida!… Y la traviesa Juana

reía en el crepúsculo su risa de cristal…

Esta era la alegría: en cuanto era llegada

se poblaba de trinos el amplio caserón, 

con su vestido blanco, su carita rosada 

y aquellos labios, rojos como una tentación…

De todas las muchachas era la preferida: 

ella fue mi primera visión sentimental…

Al recordar ahora su silueta querida,

siento que mi alma tiene dulzuras de panal…

Yo estaba enamorado de mi amiguita… Un día

en que el sol de su risa brilló más retozón,

eché a correr tras ella por ver si la cogía;

y la cogí. .. y, entonces, como ella se reía,

yo besé aquella risa, que era mi tentación…

Tarde de oro en Otoño, cuando aún las nieblas densas

no han vertido en el viento su vaho taciturno,

y en que el sol escarlata, de púrpura el poniente,

donde el viejo Verano quema sus fuegos últimos.

Una campana tañe sobre la paz del llano,

y a nuestro lado pasan en un tropel confuso,

aunados al geórgico llorar de las esquilas,

los eternos rabaños de los ángeles puros.

Otoño, ensueños grises, hojas amarillentas,

árboles que nos muestran sus ramajes desnudos…

Sólo los viejos álamos elevan pensativos

sus cúpulas de plata sobre el azul profundo…

Yo quisiera que mi alma fuera como esta tarde,

y mi pensar se hiciera tan impalpable y mudo

como el humo azulado de algún hogar lejano

que se cierne en la calma solemne del crepúsculo…

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