Poema de Tomás Morales «Canto Subjetivo I» en la voz de Wendy Fuentes. Grabado en el Faro de Maspalomas, en San Bartolomé de Tirajana, Gran Canaria. Con el acompañamiento musical del guitarrista Javier Infante.
RTVC realiza un especial dedicado a Tomás Morales por la conmemoración del centenario de la muerte del poeta.
Poema de Tomás Morales «Canto subjetivo I»
Yo amo el sol en el triunfo de la Naturaleza,
los ensueños heroicos de las eras triunfales
y las tardes de otoño, que tienen la tristeza
de las cosas ingenuamente sentimentales.
El rumor de los élitros y el agua de la fuente
– la eterna letanía de las viejas quimeras –
que con amor, a veces, y otras indiferente,
voy uniendo a mis rudas canciones marineras.
El mar tiene un encanto, para mi, único y fuerte;
su voz es como el eco de cien ecos remotos
donde flotar pudiera, más fuerte que la muerte,
el alma inenarrable de los grandes pilotos…
Alma de los turbiones y del grueso oleaje
que el misterio marino de iniciaciones puebla;
que silba con la lira sonora del cordaje
y calla en el silencio de los días de niebla…
Yo sé de los piratas de homérica osadía,
y aprendí sus historias, más grandes que ninguna,
cuando, viajero en sueños, pasé en su compañía
las noches del Adriático, claras como la luna.
¿Y después? – Fueron brumas y fué un ignoto abismo
de incomprensibles seres y extraña arquitectura;
y ahondando en su misterio y en mi profundo mismo,
divisé el aquilino perfil de la locura…
Él me guió hasta el seno de un raro firmamento:
horizontes al brillo de una imposible aurora,
donde caí, mas, luego, pasó el enervamiento
y olvidé, y olvidando, volvió a tomar mi acento
la serena tersura del agua fluidora…
Como tras la blasfemia viene el remordimiento…
Ellos me redimieron, y así, mi fantasía
juzga a todos los hombres de un uniforme modo:
para aquellos que no aman en mi filosofía
tengo el gesto benévolo que lo perdona todo…
Y si veis que mi alma, a menudo, comete
el pecado de ingenua; no os burléis, se concibe:
soy como un buen abuelo que ha robado un juguete
por contentar al niño que en nuestras almas vive…
¿Y el amor? – Pué el más noble de mis cantos aflejos:
yo ensalcé de los besos el manantial sonoro,
el cinabrio escarlata de los labios bermejos
y el lunar espectáculo de los cabellos de oro…
Sé que han de ser crueles los venideros días,
porque, en el breve espacio de mis veintidós años,
desbordé del espíritu todas las alegrías
para que en él cupieran todos los desengaños.
Por eso sé ser triste y en ocasiones, fuerte;
y en medio de mi escudo pondrá mi fe ilusoria:
el hacha de abordaje que sabe de la Muerte
y el bandolin de plata que espera de la Gloria…
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