La mosca blanca afectó hace décadas a muchos cultivos en Canarias. Una plaga que se extendió tanto que, además, dañó jardines públicos. Hoy en día está prácticamente controlada
La mosca blanca caía sobre los coches y comenzó a convertirse en un auténtico problema. Sus manchas pegajosas cubrían las aceras, y vecinos y turistas empezaron a quejarse de sus efectos. Los operarios luchaban con ella con agua y jabón, y muchos cultivos se vieron afectados.
Tras estudiar diversas alternativas, los investigadores del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA) descubrieron que era mejor luchar con un enemigo natural y se pusieron manos a la obra. Viajaron a Trinidad y Tobago y trajeron a Canarias el remedio: una pequeña mariquita que se alimenta de la plaga. Un insecto de apenas un milímetro pero que es un eficaz depredador natural del parásito.
De esta manera se ha logrado controlar, aunque el parásito no está erradicado del todo, y sigue afectando a cultivos como el plátano.