El individuo consiguió un cuchillo en una tienda y lo utilizó para atacar a los clientes de forma indiscriminada antes de ser abatido por las fuerzas de seguridad
Seis personas han sido apuñaladas este jueves en un supermercado de la localidad de Auckland por un hombre que las autoridades ya han identificado como un «terrorista» y que, de hecho, permanecía bajo vigilancia policial porque se tenía constancia de que podía preparar un atentado «inspirado» por el grupo yihadista Estado Islámico.
El atacante, un ciudadano de Sri Lanka de 32 años cuya identidad no ha trascendido –sólo una inicial, ‘S’–, llevaba bajo vigilancia policial desde 2016 y era «una amenaza conocida para el país», como ha reconocido en rueda de prensa la primera ministra, Jacinda Ardern.
«Lo que ha sucedido hoy es despreciable, odioso (…). No ha sido perpetrado por una fe, sino por un individuo», ha enfatizado la mandataria, que se ha referido al atacante como un «extremista violento».
Atacó con un cuchillo
Según el comisario de Policía Andrew Coster, el individuo consiguió un cuchillo en una tienda y lo utilizó para atacar a los clientes de forma indiscriminada antes de ser abatido por las fuerzas de seguridad. Tres de las víctimas se encuentran en estado crítico.
El agresor estaba siendo vigilado por agentes de Policía, que se encontraban en la zona cuando comenzó el ataque, por lo que apenas pasó un minuto antes de caer abatido. «La realidad es que, cuando vigilas a alguien 24 horas, es imposible estar justo a su lado», ha esgrimido Coster.
Otras cinco personas fueron apuñaladas en un supermercado de la misma cadena en mayo. La directora general de seguridad de la cadena, Kiri Hannifin, ha lamentado en un comunicado que «de nuevo, nos sentimos abatidos sabiendo lo que nuestro equipo y clientes han tenido que vivir», según la agencia DPA.
Vigilado, pero libre
El terrorista, que llegó al país por primera vez en 2011, llamó por primera vez la atención de las autoridades en 2016, por el contenido violento que publicaba en Internet, y la sospecha se fue agrandando con el paso del tiempo. Tras varias detenciones y acusaciones, mostró nulo arrepentimiento.
Así, aunque pudo comprobarse incluso que había comprado cuchillos de caza y tenía en su poder vídeos de Estado Islámico, en términos judiciales, las causas abiertas contra él se saldaron con cargos menores, ante la imposibilidad de los jueces de condenarle por delitos vinculados directamente con el terrorismo.
Según el ‘The New Zealand Herald’, en mayo de este año fue declarado culpable de tener material propagandístico de Estado Islámico y finalmente fue condenado a un año de libertad vigilada. «Hemos utilizado todos los poderes legales y de vigilancia a nuestro alcance para mantenernos a salvo de este individuo», ha alegado Ardern en su comparecencia.
El caso vuelve a poner de manifiesto el escaso margen de maniobra que tienen las autoridades neozelandesas para hacer frente a potenciales extremistas. El sospechoso llegó a decir en un juicio: «Os preocupa un cuchillo, (pero) os digo que compraré diez. Tengo derechos».