Un estudio liderado por Lucca D’Auria (INVOLCAN) cifra en unos 400 kilómetros cúbicos el reservorio de magma localizado bajo la isla de La Palma y que habría alimentado a varios volcanes
Un equipo de investigadores liderado por Lucca D’Auria, del Instituto Canario de Volcanología (Involcan), ha puesto cifras a la gran reserva de magma localizada bajo la isla de La Palma de la que se han ido surtiendo varios volcanes: unos 400 kilómetros cúbicos de material.
El volcán Tajogaite emitió durante sus 85 días de erupción (19 de septiembre-13 de diciembre de 2021) unos 215 millones de metros cúbicos (0,215 km3), a falta de contabilizar cenizas y demás piroclastos; es decir, un 0,05 % de esa gran reserva.
Hace una semana Involcan daba cuenta del hallazgo de este reservorio, del que se ha hecho eco la revista Scientific Reports en un artículo que también firman investigadores de la Universidad de Granada y del Instituto Trofimuk de Geología del Petróleo y Geofísica de la Real Academia de Ciencias de Rusia.
Gran reservorio de magma bajo La Palma
Nemesio Pérez, director de Involcan, señala la importancia de este estudio sobre la estructura profunda de La Palma y del hallazgo de este gran reservorio que, subraya, no solo alimentó al Tajogaite sino al resto de erupciones históricas en la isla. Posiblemente sea el mismo que ha alimentado a las anteriores a la llegada de los europeos en el siglo XV.
El cálculo de esos 400 kilómetros cúbicos de magma es una «estimación conservadora», se señala en el estudio, y la formación de esta gran reserva bajo La Palma se ha producido de forma continua a lo largo de unos dos millones de años.
Entre sus conclusiones, el equipo de investigadores advierte de que dada la envergadura del reservorio «no es posible descartar» que este sistema magmático pueda generar «nuevas erupciones en el futuro» en La Palma.
Adicionalmente, el trabajo desarrollado en el seguimiento y análisis de la sismicidad y la obtención de imágenes de alta resolución del interior de la Tierra bajo La Palma ha permitido constatar una evolución más rápida de lo esperado de la fase preeruptiva, que en el caso del Tajogaite fueron siete días.
Y por eso, apuntan los investigadores, la toma de decisiones en una emergencia volcánica no debería basarse nunca más en tendencias constantes, pues pueden ocurrir «cambios inesperados» en cualquier momento.
Un trabajo pionero
Involcan considera este trabajo «un hito sin precedentes» porque se pudo hacer un seguimiento de todo el proceso eruptivo en el interior de la Tierra, monitorizando el camino seguido por el magma hasta la superficie.
La erupción del Tajogaite fue «un proceso muy acelerado y energético», pues el magma ascendió unos 10 kilómetro hasta la superficie en apenas siete días.
La fase precursora tuvo lugar entre octubre de 2017 y agosto de 2021, cuando se produjeron diferentes enjambres sísmicos, con hipocentros localizados a profundidades de entre 10 y 25 kilómetros.
Fue apenas una semana antes de la erupción cuando se produjo «una rápida migración» de la sismicidad, que apunta al ascenso del magma, primero en vertical y luego en diagonal al encontrar una menor resistencia del terreno hasta llegar a la superficie.