La danza forma parte de la décima edición del Festival MUSA, que presenta cada año el Museo de Naturaleza y Arqueología (Muna) y que se prolongará durante todo septiembre a través de la cultura de Cabo Verde
El espectáculo de baile Noya, dirigido por el artista Djam Neguim (Praia, Cabo Verde), despertó en la noche de este viernes en el Festival Musa el desconcierto y la alegría de un público que no solo se desquitó prejuicios sino que también vivió la contemporaneidad que reina en Cabo Verde.
Desde antes de las 20.00 horas, el patio del Muna estaba decorado para la ocasión. El fondo del escenario presumía de color con múltiples platillos en honor al diseño del Centro Nacional de Arte, Artesanato e Design (CNAD), ubicado en Mindelo (Cabo Verde).
Cada uno de esos platillos simbolizan las tapas de los bidones que utilizaban los migrantes caboverdianos para hacer llegar enseres de utilidad a sus familias.
Cabo Verde cuenta con una población residente de 590.000 habitantes, pero tiene 200.000 ciudadanos fuera del país para hacerse con un futuro mejor, en su mayoría repartidos entre Portugal, Estados Unidos o Francia.
Mientras cae la noche en el Muna, se escucha una música ambiental con ritmos africanos y el espectador espera una presentación «alternativa» que será interpretada por dos bailarines, con efusivos movimientos y sonidos naturales en directo.
El director de Noya, Djam Neguim, atiende a EFE minutos antes del debut de su nueva obra, y confiesa que busca que el espectador se pregunte qué es lo que verdaderamente está pasando, y quiere, además, que sienta diferentes emociones, como el desconcierto o el asombro.
Trabajo de investigación
Según Neguim, Noya es fruto de un trabajo de investigación en donde se ha indagado en todos los tipos de sonidos que pueden hacer los humanos, con partes de sus cuerpos o con su entorno y donde tiene cabida el beatbox, el afrobeat y el kuduro.
Esas emociones que transmite el espectáculo también retrotraen al espectador a su pasado, porque el cariz de los sonidos lleva a la rutina de una niñez en la naturaleza, que no nace de la experimentación sino que cuenta con múltiples ensayos.
La natural reacción de quien observa esta danza sonora es el desconcierto, incluso la risa, porque el auge de sonidos dispares provocan y hacen preguntas.
El resultado de la actuación lo refleja también en su nombre, porque Noya que, tomado del lenguaje criollo, «puede significar cualquier cosa».
En Cabo Verde, este concepto se puede usar para «algo muy negativo o maravilloso, algo increíble o que no puedes entender», según relata Djam.
La palabra se usa hoy en día entre la juventud caboverdiana, y para Neguim engloba con exactitud lo que hoy es Cabo Verde, «un país moderno, con una cultura también contemporánea».
Protagonismo de lo abstracto
Aunque el carácter abstracto domine esta pieza artística, los fragmentos reivindicativos y la interacción con el público también están presentes.
Frente a esto, Djam Neguim confiesa a EFE que, durante la elaboración de la actuación, se puso en contacto con un expresidente de la República de Cabo Verde, quien finalmente escribió un texto que hoy usan en el espectáculo, además de las letras del cantautor caboverdiano Mário Lúcio.
El director de Noya, que ha amenizado grandes eventos del archipiélago caboverdiano, como los Music Awards o los Premios Nacionales de Publicidad, reivindica en la entrevista su gusto por experimentar y jugar con los géneros, para dejar atrás las reglas.
En relación a las dificultades de su camino como artista, Neguim no olvida que Cabo Verde aún necesita invertir más en sus artistas porque «hay talento, pero no oportunidades».
El director de Noya cree que alcanzar oportunidades como la del festival MUSA permite al archipiélago caboverdiano externalizar su verdadera cultura, y dejar atrás los prejuicios.
La actuación Noya culminó en la noche de este viernes con la ovación del público y la esperanza de un artista, Djam Neguim, de que Cabo Verde sea para el mundo lo que es para él.
Carla Domínguez / EFE