El pintor tinerfeño es homenajeado en la Oficina de Canarias en Madrid por su legado y contribución al arte contemporáneo mundial
La presidenta del Cabildo de Tenerife, Rosa Dávila, entregó la Gran Distinción de Nivaria al pintor Cristino de Vera en un acto celebrado en Madrid. Destacó su capacidad para llevar el arte canario a los más altos foros internacionales. Este reconocimiento fue aprobado por unanimidad en el pleno del Cabildo de Tenerife.
Durante el evento, Dávila expresó que el galardón celebra su legado como un patrimonio insustituible para la sociedad. Resaltó la importancia de su obra, basada en la luz y el silencio, como una expresión única de la vida misma.
Representación institucional
El homenaje contó con la participación de diversas autoridades, entre ellas el viceconsejero de Presidencia, Alfonso Cabello, y consejeros del Cabildo como José Miguel Ruano y José Carlos Acha. También asistieron la presidenta de la Fundación Cristino de Vera, Margarita Ramos, y la delegada del Gobierno de Canarias en Madrid, Rosa Aguilar.
Dávila definió a Cristino como un hijo predilecto de Tenerife, cuya obra simboliza la esencia cultural y artística de la isla.
Una vida dedicada al arte
Cristino de Vera nació en Santa Cruz de Tenerife en 1931. Su formación artística comenzó en la Escuela de Artes y Oficios, bajo la influencia del maestro Mariano de Cossío. En Madrid, se unió al círculo del pintor Daniel Vázquez Díaz, que lo guió en sus primeros pasos profesionales junto a artistas como Rafael Moneo y Canogar.
Desde joven, Cristino mostró una devoción por la luz natural y la música como parte de su proceso creativo. Su estancia en Madrid y los viajes formativos por Europa enriquecieron su estilo único, inspirado en maestros como Zurbarán.
Viajero incansable y un referente en el arte
En los años 60, Cristino recorrió Europa gracias a una beca de la Fundación Juan March, descubriendo la obra de artistas como Botticelli, Picasso y Giacometti. Más tarde, su inquietud lo llevó a lugares como Nueva York, Extremo Oriente, Egipto y América Latina, lo que profundizó su enfoque contemplativo y místico en la pintura.
En los años 70, junto a su esposa Aurora Ciriza, desarrolló una visión artística profundamente espiritual y contemplativa, consolidándose como un artista enigmático y esencial en el panorama artístico español del siglo XX. Su obra, atemporal y cargada de meditación y espiritualidad, representa una visión única del arte como herramienta para la introspección y la conexión con lo esencial, reflejando una nueva mística que marcó el arte español durante la transición democrática.