La dispersión de semillas por parte de animales en el Teide está en riesgo

Se han perdido el 70 % de las interacciones según un estudio del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología

La dispersión de semillas por parte de animales en el Parque Nacional del Teide está en riesgo ecológico, pues se han perdido el 70% de las interacciones, según un estudio realizado por investigadores del Instituto de Productos Naturales y Agrobiología (IPNA-CSIC).

La dispersión de semillas por parte de animales en el Teide está en riesgo
La dispersión de semillas por parte de animales en el Teide está en riesgo / Archivo RTVC

Según detalló este martes en un comunicado Manuel Nogales, profesor de investigación del IPNA y delegado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Canarias, el Parque Nacional del Teide acumula 2.000 años de presión humana, desde la tala y quema histórica del bosque de cedros que dominaba la cumbre, hasta la degradación del hábitat.

Ese impacto ha ocasionado un ecosistema «que no funciona plenamente», señaló Manuel Nogales.

Grado de amenaza

El nuevo estudio, publicado en la revista ‘Global Ecology and Conservation’, cuantifica por primera vez este escenario y constata la pérdida de siete de cada diez vínculos entre animales y plantas al comparar la red actual (muestreos de 2020–2021 y registros previos) con una red potencial que reconstruye interacciones plausibles observadas en otros hábitats.

El 90% de esas interacciones potenciales implican especies presentes en la actualidad, lo que sugiere un alto margen de recuperación si se restaura el cedral y disminuyen las presiones antrópicas.

Así, el cedro canario (Juniperus cedrus) emerge como especie clave pues, al ofrecer alimento a aves y lagartos, multiplica conexiones y ayuda a completar la red de interacción.

En la actualidad, la dispersión recae sobre todo en el mirlo capiblanco (Turdus torquatus) — esencial durante su invernada para trasladar semillas a mayor distancia— y en el lagarto tizón (Gallotia galloti) —eficaz a corta distancia—, una dependencia frágil para plantas ya amenazadas.

Según puntualizan los investigadores, cuatro de las seis especies con fruto carnoso del Teide figuran con algún grado de amenaza.

“Ante un contexto de cambio climático severo, como el que está ocurriendo en el Teide y que no podemos revertir por nosotros mismos, sí que sería necesario evitar el resto de los factores negativos”, sugiere Nogales.

Cambio climático

A partir de los datos recabados, los investigadores apuntan que sería aconsejable evitar factores perniciosos adicionales y orientar los esfuerzos a recuperar el cedral, mejorar el hábitat y reforzar a los dispersores nativos que aún persisten.

De este modo la prioridad se situaría en «volver a tejer la red de interacciones» que permite que el ecosistema se regenere y funcione por sí mismo.

El estudio también alerta de una amenaza añadida: el cambio climático puede desajustar la fenología (calendario) de fructificación de las plantas y la presencia de los animales que dispersan sus semillas. Si esas piezas dejan de coincidir en el tiempo, el sistema pierde eficacia justo cuando más la necesita.

Por ello se podrían adoptar medidas como mantener y ampliar las repoblaciones de cedro, incrementar los recursos hídricos disponibles para los frugívoros nativos y vigilar de forma continuada el estado de sus poblaciones.

La restauración del hábitat y la mejora de la conectividad entre poblaciones vegetales «aparecen como acciones esenciales para sostener la regeneración natural», añaden los investigadores.

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