Macron llega como favorito frente a un grupo que incluye por primera vez a dos ultraderechistas con opciones
Este domingo se celebran unas elecciones francesas que marcarán el futuro político del país–y en gran medida el de Europa– durante los próximos años. Será la primera parada de un proceso electoral más amplio que llega precedido de un auge sin precedentes de la ultraderecha. Y la ofensiva militar lanzada por Rusia sobre Ucrania a finales de febrero.
La primera vuelta de los comicios presidenciales enfrenta al actual inquilino del Elíseo, Emmanuel Macron, con una terna de más de una decena de candidatos. En este grupo sobresalen tres aspirantes a la derecha del espectro político –Marine Le Pen (Agrupación Nacional), Éric Zemmour (Reconquista) y Valérie Pecresse (Los Republicanos)– y, en menor medida, un izquierdista –Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa)–.
El anuncio de la candidatura de Macron, de hecho, se vio retrasado primero por la pandemia de COVID-19 y luego por el inicio de la guerra de Ucrania. De tal manera que no llegó hasta unas horas antes del cierre del plazo. Sus mensajes claros contra Moscú y sus esfuerzos mediadores parecen haber gustado a gran parte del electorado, una especie de ‘efecto bandera’ que arrastra a los votantes a posicionarse del lado del líder en tiempos de crisis.
La ultraderecha, protagonista
Los sondeos le sitúan como favorito, pero el sistema electoral francés no permite dar nada por sentado. Así, salvo sorpresas, Macron se impondrá en la primera vuelta. Ya que tiene una intención de voto consolidada por encima incluso del 25 por ciento. Pero queda por saber quién le acompañará en las papeletas dos semanas más tarde, el 24 de abril.
Le Pen, que ya logró el ansiado cara a cara con Macron en los comicios de 2017, es ‘a priori’ la candidata mejor posicionada. Tampoco es una recién llegada y ha sugerido que éste será su último intento para alcanzar el Elíseo. Para lo cual espera sacar partido de un electorado aparentemente más escorado a posiciones de derechas. Y de una izquierda desdibujada amenazada por la abstención.
Los colegios electorales abrirán en la Francia continental a las 8.00 horas y cerrarán a las 19.00 en términos generales. En los territorios de ultramar, los comicios se convocan un día antes, el sábado 9 de abril. Para evitar que sus datos retrasen el recuento final debido a la diferencia de husos horarios y el domingo por la noche puedan saberse ya resultados.
En total, más de 48 millones de personas están llamadas a participar en un proceso que marcará un punto de inicio a la renovación general de la instituciones en Francia. En junio, el país celebrará elecciones legislativas, ya por entonces con Macron en su segundo mandato o con un nuevo presidente estrenando alojamiento en el Elíseo.
Una vez abandonadas posiciones radicales como la salida de la UE y del euro, su principal desafío a la hora de mejorar su imagen durante estos últimos meses ha consistido en desembarazarse de la sombra del presidente ruso, Vladimir Putin, que ha pasado de ser su aliado confeso al elefante en la habitación. Agrupación Nacional destruyó miles de folletos por una imagen de Le Pen y Putin juntos, estrechándose la mano.
Le Pen se ha consolidado en los sondeos como segunda opción. Tras una fase inicial en la que se vio afectada directamente por la irrupción del huracán Zemmour. Este periodista curtido en tertulias a golpe de polémicas aspira a gobernar con un programa más escorado aún a la derecha que el de Le Pen. Lo que ha contribuido incluso a suavizar la imagen de esta última.
Zemmour ya dejó claro al anunciar su candidatura que quería «salvar» Francia al estilo de los grandes dirigentes históricos y entre sus mensajes se han colado declaraciones xenófobas. Que, según Macron, han contribuido a generar una especie de «tándem» de la extrema derecha en una Francia donde todo puede pasar ahora.