Estos son los principales robos de arte de los últimos años en España

El último caso investigado es la sustracción de Naturaleza muerta con guitarra, una obra de Picasso destinada a una exposición sobre el bodegón

La Policía Nacional investiga la desaparición de Naturaleza muerta con guitarra, un cuadro de Pablo Picasso asegurado por 600.000 euros. La obra debía viajar de Madrid al centro cultural CajaGranada para participar en la exposición Bodegón. La eternidad de lo inerte, pero no apareció entre las 56 piezas embaladas para el transporte.

 'El columpio', de Goya. Una de las obras sustraídas en 2001 en la casa de Esther Koplovitz y posteriormente recuperada
‘El columpio’, de Goya. Una de las obras sustraídas en 2001 en la casa de Esther Koplovitz y posteriormente recuperada

Aún se desconoce en qué punto del trayecto desapareció la pintura, que estaba lista para su montaje en la muestra. Según fuentes policiales, no se descarta ninguna hipótesis, desde un error logístico hasta una posible sustracción intencionada.

Antecedentes de robos artísticos en España

El caso recuerda al robo de cinco cuadros de Francis Bacon en 2015, valorados en 25 millones de euros. Aquel golpe, ocurrido en una vivienda de Madrid, se saldó con 17 detenidos y la recuperación de cuatro de las obras.

Más atrás en el tiempo figura el robo en 2001 en la casa de Esther Koplovitz, de donde sustrajeron una veintena de valiosas obras, incluidas piezas de Goya, Sorolla y Juan Gris. Aquellos hechos se consideraron uno de los mayores robos de arte de la historia reciente en España.

Robos por dinero, no por encargo

Los especialistas coinciden: estos robos son esporádicos y poco rentables. Pese al atractivo mediático, los ladrones saben que es casi imposible vender una obra reconocida, ya que todas están registradas en bases de datos internacionales.

‘Flores de amapola’, de Vincent van Gogh, ha sido sustraída en dos ocasiones: en 1977 y en 2010, sin que aún haya sido recuperada

Fuentes de la Brigada Central de Patrimonio Histórico, con 48 años de experiencia, señalan que la mayoría de estos delitos no responden a encargos de coleccionistas, sino a robos fortuitos motivados por dinero rápido. En muchos casos, los autores ni siquiera conocen el valor real de lo sustraído.

Una investigación minuciosa y tecnológica

La Policía Nacional aplica los mismos protocolos que en otros delitos: búsqueda de huellas, análisis de cámaras y toma de declaraciones. Además, activa sus bases de datos internas, como Dulcinea, y alerta a Interpol, que mantiene un catálogo internacional de obras robadas.

Cuando una pieza entra en el circuito de venta legal, las alertas saltan de inmediato. Por eso, es crucial que el propietario facilite fotos y descripciones detalladas. Interpol incluso ofrece la aplicación móvil ID-Art, que permite comparar imágenes con su base de datos de 57.000 obras robadas en más de 130 países.

El expolio arqueológico, una amenaza creciente

Aunque estos robos generan alarma, los expertos se muestran más preocupados por el expolio arqueológico, un fenómeno en aumento. A diferencia de las grandes obras de arte, las piezas arqueológicas carecen de inventario preciso, lo que facilita su tráfico ilegal.

En las ciudades, el robo de arte religioso es menos frecuente, ya que iglesias y templos cuentan con mejor protección que los ubicados en entornos rurales. Sin embargo, los investigadores insisten en que cada obra desaparecida representa una pérdida irreparable para el patrimonio cultural.

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