El nuevo biomarcador en el glioblastoma, el tumor cerebral de peor pronóstico en adultos, correlaciona con una peor supervivencia, una deficiente respuesta a tratamientos y podría favorecer la reaparición de la enfermedad
El grupo de Oncología Molecular del Instituto de Investigación Sanitaria de Aragón (IIS Aragón) ha identificado un nuevo biomarcador en el glioblastoma, el tumor cerebral de peor pronóstico en adultos, que correlaciona con una peor supervivencia, una deficiente respuesta a tratamientos y podría favorecer la reaparición de la enfermedad.
El trabajo, cuyos resultados han sido publicados en la prestigiosa revista Scientific Reports, se ha llevado a cabo en colaboración con investigadores del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, la Vrije Universiteit Brussel (Bélgica) y de la Universidad de Ljubljana (Eslovenia), según ha informado la Consejería de Sanidad del Gobierno de Aragón.
El grupo Oncología Molecular, liderado por el investigador Alberto Jiménez Schuhmacher, ha desarrollado nanoanticuerpos contra regiones específicas de este biomarcador, ABCC3, que han validado en diferentes modelos experimentales en vivo y que podrían emplearse para el desarrollo de diversas aplicaciones biomédicas.
«El big data está revolucionando la investigación oncologica»
«El big data está revolucionando la investigación oncológica, ya que poder disponer de datos masivos de muestras de pacientes oncológicos permite identificar muchas alteraciones que podrían tener utilidad médica», ha explicado Schuhmacher. Ha apuntado, sin embargo, que pese a que en los tumores cerebrales están transformando su caracterización molecular, «muchos de estos hallazgos no se traducen en avances en la práctica clínica».
Según Schuhmacher, esto se debe, en parte, a la falta de biomarcadores no invasivos y las limitaciones que impone la barrera hematoencefálica, una membrana que actúa como filtro muy selectivo en el cerebro.
Así, se han analizado cientos de muestras de pacientes con glioblastoma para buscar los genes que están «más expresados, más encendidos», ha detallado el investigador, quien ha precisado que estos genes estaban «apagados en cerebros sanos” y estudiaron si correlacionaban con supervivencia, respuesta a tratamientos y capacidad de formar recidivas y seleccionaron ABCC3 como una diana frente a la que desarrollar herramientas biotecnológicas para el diagnóstico de estos tumores.
Una vez identificado el biomarcador, los investigadores del IIS Aragón estudiaron las regiones de la proteína ABCC3 más importantes frente a las que podrían desarrollar nanoanticuerpos, unas proteínas especiales que se pegan de forma muy específica a la diana frente a la que se diseñan.
«Seleccionamos tres regiones y aislamos nanoanticuerpos frente a ellas empleando una colección que contiene cien millones de ellos», ha destacado Eduardo Ruiz López, primer autor del trabajo, que ha llevado a cabo esta investigación gracias a una ayuda predoctoral de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC).
«Aún queda mucho camino por recorrer»
El siguiente paso fue caracterizar y validar diversos nanoanticuerpos frente a ABCC3, primero en modelos celulares y, seguidamente, en diferentes modelos de experimentación para, a continuación, analizar si podían llegar a detectar tumores cerebrales en modelos de ratón, ya que debían atravesar la barrera hematoencefálica.
«Hemos visto que estos nanoanticuerpos detectan glioblastoma por igual en modelos que presentan distinto grado de ruptura de la barrera hematoencefálica, lo que sugiere que podrían atravesarla», ha apuntado Ruiz López.
Una vez validados en modelos experimentales in vivo, estos nanoanticuerpos podrían emplearse para el desarrollo de diversas aplicaciones biomédicas que van desde el diagnóstico por imagen al desarrollo de herramientas de apoyo en la cirugía o el diseño de nuevos tratamientos, aunque «todavía queda mucho camino por recorrer; hablamos de muchos años», ha reconocido Schuhmacher.