La compañera de los servicios informativos Lorena de Cobos firma un reportaje que aborda las secuelas que deja la violencia de género a las supervivientes y al entorno de las mujeres asesinadas
Las secuelas de la violencia de género duran toda la vida. Cuando son físicas éstas pueden llegar a desaparecer, pero en el caso de las secuelas psicológicas, este proceso es mucho más difícil. Eso sucede en el caso de que, afortunadamente, una mujer pueda llegar a sobrevivir a una agresión.
En el caso de Tatiana, es casi un milagro que esté viva. En plena pandemia fue agredida mientras dormía por la que fue su pareja durante 10 años y padre de sus hijos. Él le asestó 36 puñaladas que casi acaban con su vida y cuyas secuelas le impiden retomar la vida laboral, con las consecuencias económicas asociadas que eso supone.
Sara fue asesinada en Tenerife en 2019. Su madre, Asun, es otra de las protagonistas de este reportaje que muestra el tremendo impacto que la violencia de género tiene también en el entorno de las víctimas. Durante meses , Asun hizo de las protestas ante los juzgados su motivo para afrontar el día a día. Unas movilizaciones en las que pedía a la justicia que estos casos sean tratados como asesinatos y no como homicidios porque considera que un crimen de violencia machista siempre tiene premeditación.
Luci es hermana de Guaci, asesinada en 2013 delante de su propia madre y de sus hijos. Al dolor por la pérdida violenta de su hermana, Luci recuerda que la familia de las víctimas tienen que hacer frente -además- a las obligaciones económicas que dejan las mujeres asesinadas. Luci reconoce que le acompaña un sentimiento de culpa por ser trabajadora social y, sin embargo, no haber podido ayudar a su hermana. Asegura que el asesinato de Guaci fue una «bomba lapa que revienta a toda la familia»
La revictimización
El momento del juicio es uno de los más críticos a los que tienen que enfrentarse las supervivientes o las familias de las víctimas. Una experta consultada, la psicóloga especializada Eligia Hernández, reconoce que en muchas ocasiones se produce la denominada revictimización. Reviven las emociones continuamente y sucede fundamentalmente cuando tienen que volver a ver la cara a quien les ha arrebatado a su familiar.
El 016 y el 112 en caso de emergencias, son los números de teléfono de atención a las víctimas.