Las terapias asistidas con perros no curan pero sí moderan el dolor en el caso del cáncer pediátrico, un 30 % menos según cálculos de la cátedra Animales y Sociedad de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), que también observa alivio del miedo y la ansiedad en las unidades de cuidados intensivos para niños
Kira es una perrita labrador de doce años que lleva once como perro de asistencia en el centro de rehabilitación de la Asociación Infantil Oncológica de Madrid (Asion) donde la terapia se centra en la rehabilitación después del cáncer y en la supervivencia que cada vez es mayor pero con secuelas que hay que trabajar.
El entrenador de Kira y psicólogo es Ignacio Clemente que cuenta a EFE como el perro no solo sirve en los 40 minutos o una hora de terapia, también a posteriori: «Creamos un recuerdo con la perrita plasmado en una foto a la que el paciente acude cuando viene el dolor, se evoca el recuerdo y el dolor es más liviano».
Se trata del dolor psicológico muy frecuente en niños y que las terapias con animales ayudan a sobrellevar. La neuropsicóloga de Asion Alicia Moraleda explica que la terapia se prolonga durante un curso escolar y el único requisito es que al niño le gusten los perros, porque lo más importante es que esté motivado para hacer el trabajo terapéutico y constata que cuando termina la sesión el ambiente está totalmente relajado.
La terapia con perrros humaniza la estancia hospitalaria
Pero esta terapia también se ofrece en la hospitalización. El niño con cáncer requiere de ingresos prolongados y eso causa miedo, dolor e incertidumbre por lo que humanizar la estancia con intervenciones asistidas con perros la hace llevadera e incluso que el recuerdo del hospital resulte amigable.
Esta es la opinión de la coordinadora de esta cátedra de la URJC, Nuria Máximo, que lleva desde 2019 trabajando con niños y adolescentes con cáncer y otras patologías en diferentes hospitales con resultados positivos.
Desde esta cátedra evalúan los beneficios de la terapia con test antes y después de la sesión. La medición sigue una escala visual que mide el dolor de 1 a 10 y que en lugar de números recurre a caritas, donde una sonrisa significa ausencia total de dolor.
Las caritas van progresando a más serias hasta llegar al 10 donde la expresión de llanto sugiere un dolor insoportable.
Con estos test, la cátedra corrobora en España lo que ya se conoce a nivel internacional según múltiples investigaciones: que la interacción con los perros mitiga el dolor e incluso desaparece durante las sesiones.
La distracción con la mascota hace que el dolor se retraiga
El hospital universitario Gregorio Marañón (Madrid) utiliza las asistencias con perros en las plantas de oncología pediátrica y adolescente con una respuesta muy buena en todas las edades, según explica a EFE la oncohematóloga pediátrica Elena Cela.
«El dolor tiene un origen multifactorial y la mente puede hacer que se mitigue a parte de los fármacos que se usan regularmente y esta distracción en el cuidado del animal hace que el dolor se retraiga», afirma.
Las sesiones, una vez a la semana, son individuales o colectivas, dependiendo del paciente y los beneficios se ven en el corto plazo ya que se crea una relación entre perro y niño de ternura y entretenimiento.
En el hospital Gregorio Marañón, dice Cela, hay una azotea con un jardín y a algunos niños pasean allí al perro con la sensación de estar fuera del hospital.
El 12 de octubre, pionero en humanización
El hospital universitario 12 de Octubre es pionero en utilizar esta terapia en las unidades pediátricas de intensivos.
La intensivista pediátrica Ana Palacios explica que en estas unidades se elige a niños que estén suficientemente despiertos para interactuar con el animal y que no tenga criterios que lo contradigan, como alergias o una inmunosupresión importante.
En la UCI se trabaja siempre con el mismo perro porque es un entorno muy particular de olores y sonidos y se requiere un animal con mucho control.
Pueden participar niños a partir de los 3 años y a veces la terapia se traslada a padres de bebés con ingresos prolongados para rebajar su nivel de ansiedad.
La terapia mejora la psicomotricidad en niños con daño cerebral
En el hospital Niño Jesús se hace terapia de asistencia con perros en la unidad de daño cerebral. La fisioterapeuta Eva Girol explica a Efe que el 40% de los niños con daño cerebral se debe a tumores por lo que la terapia se enfoca a lograr mejor psicomotricidad.
Girol relata que en la unidad hacen una evaluación antes y después del tratamiento que confirma avances significativos en las capacidades funcionales.
Intentar estar de pie, cepillar al perro o llamarle son mejoras que se constatan tras ocho sesiones.
El vínculo de los niños con los perros es muy alto y hay familias que incorporan una mascota al final del tratamiento. Se dio el caso de unos padres que prescindieron de su perro al inicio de la enfermedad del niño y precisamente en terapia un perro prácticamente idéntico le asistió. La conexión fue tan grande que llegaron a dudar si era el mismo animal.
Begoña Fernández/EFE