El 6 % de las personas que llegan a nuestras costas son mujeres. En los últimos años se ha incrementado la cifra de las que se embarca en pateras y cayucos. La mayoría lo hace huyendo de la violencia.
El relato migratorio de las mujeres comparte algunos aspectos con el masculino. Sin embargo, las motivaciones principales que tienen las mujeres que suben a una patera o cayuco están relacionadas con la violencia sexual, la violencia de género y otras prácticas como la mutilación genital o los matrimonios forzosos. Es lo que ha afirmado en Buenos Días Canarias la psicóloga de la Delegación Diocesana de Migraciones en Senegal, Patricia Rodríguez.
Asegura que el relato migratorio de las mujeres está vinculado a la violencia sexual, porque la sufren en origen, durante la travesía e incluso en destino. Afirma que «muchas veces la moneda de cambio para estas mujeres es su propio cuerpo». En muchas circunstancias son víctimas de engaños y de mafias que trafican con personas, lo que las deja en una vulnerabilidad superior, incluso si superan la travesía.
La marcha de estas mujeres de sus comunidades suele ser un problema para sus familias, porque son las que sostienen los cuidados. De hecho, esta experta asegura que frente al papel de los hombres, que suelen ser «vistos como héroes cuando se aventuran a cruzar el océano», «las mujeres no son reconocidas del mismo modo, porque al final están haciendo algo que no deberían hacer». Esa visión solo cambia si consiguen éxito.
El papel de las madres en duelo
Parte de la labor que realiza esta experta tiene que ver con la ayuda a las mujeres que tienen que vivir el duelo de la pérdida de un familiar en la travesía hacia las islas. Asegura que «son muchas las mujeres que viven en la incertidumbre porque los cadáveres de sus familiares no han sido identificados». El acompañamiento psicológico forma parte fundamental del proceso, pero también mostrar la realidad de la migración, el riesgo al que se enfrentan quienes se embarcan y las dificultades que tienen en el caso de tener suerte y llegar sanas y salvas a destino.
Según la ONG Caminando Fronteras, el año 2023 fallecieron en esta ruta canaria 363 mujeres y 384 niñas y niños.