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28 marzo 2024 9:32 pm

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España dice adiós al Mundial tras caer ante Marruecos en los penaltis

Las selecciones de Marruecos y España se medían este martes en el estadio Education City Rayan de Catar

Marruecos y España llegan a la prórroga para el pase a octavos del Mundial de Fútbol (0-0)
Azzedine Ounahi y Pedri. Imagen EFE/EPA/Mohamed Messara

Marruecos logró el pase a los cuartos de final del Mundial de fútbol de Qatar 2022, tras eliminar este martes en el estadio Education City de la localidad catarí de Al Rayyan y en la tanda de penaltis a España.

Tanto el tiempo reglamentario, como la prórroga del partido acabaron sin goles, por lo que el pase a cuartos se decidió en los lanzamientos desde el punto de penalti. Marcaron Sabiri, Ziyech y Achraf, y Marruecos se enfrentará en cuartos a Portugal.

Castigo en la tanda de penaltis

La fortuna que en Rusia 2018 dio la espalda en la misma situación, una tanda de penaltis de octavos de final, reapareció para castigar a una España que mascó la impotencia de un dominio improductivo, la frustración de su falta de pegada ante una Marruecos combativa, que a base de coraje llevó el duelo al factor fortuna que, nuevamente, dio la espalda a Luis Enrique.

Los males de la selección española reaparecieron para volver a caer en los octavos de final de un Mundial. Más de doce años sin estar entre las ocho mejores del mundo. Con un sello inconfundible que será legado de Luis Enrique si decide no seguir en el cargo pero también debilidades para no salir airosa en la superioridad.

La posesión improductiva, apenas tres remates en 120 minutos, la falta de pegada, la ausencia de un líder que se eche el equipo a sus espaldas. La incapacidad de vencer un duelo directo en 90 minutos de una eliminatoria desde su última Eurocopa conquistada en 2012. Luis Enrique no encontró la fórmula para volver a reinar.

En el Mundial pasó del asombro al colapso. De deslumbrar ante Costa Rica a sembrar la duda por unos minutos de desconexión ante Japón que debía despejar en unos octavos de final que no supera desde Sudáfrica. Una barrera insalvable que, para dejarla atrás, estaba obligada a igualar la intensidad del rival. Marruecos, la ilusión de un país, la liberación del que compite sin presión tras haber ya cumplido como revelación del torneo. Presentó un choque durísimo, parapetada en su terreno. Siempre al límite.

Sofiane Boufal (i) de Marruecos disputa un balón con Gavi de España hoy, en un partido de los octavos de final del Mundial de Fútbol Qatar 2022 entre Marruecos y España en el estadio Ciudad de la Educación en Rayán (Catar). EFE/ Alberto Estevez

En ese sello inconfundible de España, protagonista siempre desde el balón, encontró en el camino numerosos partidos similares. Rival encerrado que defiende con máxima intensidad, respaldado en su potencia física para castigar cualquier imprecisión. Instalada en campo contrario gana importancia la presencia de Rodri como central, convertido en un centrocampista más. Para aumentar la calidad de la posesión, sorprendió Luis Enrique con el estreno de Marcos Llorente. De no contar a hacerlo de titular. Por delante de un Azpilicueta tocado y un Carvajal en un momento bajo.

No es habitual la renuncia a la inspiración goleadora de un jugador en racha. Lo hizo de inicio con Álvaro Morata, suplente tras marcar en cada partido del torneo. La idea era buscar movilidad ofensiva para encontrar espacios que tardaron en aparecer. España necesitaba máxima precisión en el pase, transiciones con rupturas de Pedri y desmarques en las bandas. Comprobó la dureza desde el inicio, con la patada de Ziyech a Jordi Alba, y le costó generar peligro ante un 4-1-4-1 sin fisuras.

Los riesgos que suele tomar Unai Simón para poner el corazón en un puño a todo un país, los asumió en esta ocasión Bono. Marruecos era el ejemplo de orgullo de todo un pueblo por su entrega. España se armaba de paciencia esperando el desgaste del rival. En plena tensión aparecía la pelea contra todos de Gavi, una acción de calidad aislada de Pedri. Una falta de Hakimi como primer acercamiento y el desequilibrio generado por Boufal.

Marruecos se sintió fuerte desde el principio

Marruecos no atendió a la debilidad mostrada por España cuando Alemania le buscó arriba o Japón le hizo daño desde la necesidad. Se sintió fuerte entregando el balón, sin rifarlo en salida cuando lo tuvo, sin sufrimientos ni concesiones. Solamente un desmarque de ruptura de Marco Asensio al pase en profundidad de Jordi Alba y el disparo de zurda al lateral de la red a los 26 minutos. Apenas Ferran la pedía al espacio para lanzar centros sin rematador. Ni un disparo a puerta.

El plan le salía a los ‘leones del Atlas’ que enfocaban la recta final del primer acto como el momento para golpear. Castigando una pérdida en fase de salida de Ferran con el disparo de zurda de Mazraoui que detuvo en dos tiempos Unai y con dos centros laterales que se convertían en aviso con el testazaro de Aguerd. Aprender a mascar la ansiedad era un ejercicio a cumplir por España.

No tardó Luis Enrique en mover el equipo buscando un nuevo escenario cuando en la reanudación se mantenía el guion. La oportunidad a Marco Asensio se acababa con la pisada en una falta lateral que chutaba Dani Olmo y Bono sacaba de puños. Parecía mentira pero era el primer disparo a puerta en 54 minutos de dominio. Intentó ser el referente Marco que necesitaba España, pero jugar de 9 le pasó factura cuando se recurrió al único puro en Qatar, Morata.

Nada alteraría el plan de Walid Regragui. Parecía imposible pero la opción de ser más defensivo podía acrecentarse retrasando aún más metros, con En Nesyri hasta defendiendo en banda. La valentía solo existió en la pugna por cada balón. Era el momento de buscar el desborde y Luis Enrique arengó a Nico Williams para ejercer su papel de revulsivo. El plan b ya estaba en escena.

España dice adiós al Mundial tras caer ante Marruecos en los penaltis
Azzedine Ounahi y Pedri en acción. Imagen EFE/EPA/Neil Hall

Dominio español ante el cansancio marroquí

El duelo entraba en el momento decisivo con el dominio apabullante español ante el cansancio marroquí. Las piernas pesaban. Olmo chutaba a la luna, Nico iniciaba desbordes, Llorente llegaba a línea de fondo, Morata disparaba cruzado y no encontraba puerta de cabeza. España hacía merecimientos pero no demostraba con gol su superioridad y Bono evitaba el triunfo sobre la bocina con una estirada a la falta lateral de Olmo que nadie tocaba y se envenenaba.

Sin capacidad para trasladar al marcador la superioridad del campo, la prórroga era un capítulo más de las eliminatorias de la España de Luis Enrique. No venció ninguna en 90 minutos. Airosa ante Croacia en la prórroga, Suiza en los penaltis que dieron la espalda ante Italia en semifinales de la Eurocopa. De nuevo el corazón en un puño en el primer duelo al todo o nada en el Mundial.

Salvada España por Unai Simón con una parada con los pies decisiva a los 104 minutos cuando Cheddira superó a Rodri y chutó raso. Luis Enrique buscó la frescura de la juventud con Balde y Ansu, un riesgo si llegaban los penaltis. Marruecos los firmaba y España era incapaz de generar peligro. Jugando con un 9 y sin centros que rematar. Sin responder con autoridad al favoritismo. Acabando el partido con las manos en la cabeza por el derechazo al poste de Sarabia tras aparecer en el segundo palo al centro de Rodri.

La moneda al aire y salió cruz. El disparo al poste de Sarabia que había entrado para tener un experto. El golpeo blando del más fiable, Carlos Soler. El error del capitán Busquets, el día que igualaba el récord de partidos de leyendas como Casillas y Ramos. En el cierre más doloroso con el golpeo blando a lo Panenka de Hakimi. El más que posible adiós de Luis Enrique mascando la impotencia de una eliminación difícil de digerir.

Luis Enrique al término del encuentro con Marruecos. Imagen EFE/EPA/Tolga Bozoglu

Luis Enrique: «No es el momento ahora de hablar de mi futuro»

El seleccionador español seguró este martes, tras la eliminación en los octavos de final del Mundial 2022 con una derrota en los penaltis ante Marruecos, que no puede «decir» su futuro, porque no lo sabe, aunque afirmó que tiene que «pensar con tranquilidad qué es lo mejor no sólo» para él, «sino para la selección», y expresó su «orgullo» por el equipo, porque «ha representado a la perfección» su «idea» y la del cuerpo técnico.

«No es el momento ahora de hablar de mi futuro (…) Mi contrato se acaba, pero ya sabes que estoy muy a gusto en la selección y en la Federación. Por lo que significa el presidente (Luis Rubiales) y el cariño de (José Francisco) Molina (director deportivo), si por mí fuera seguiría toda mi vida. Pero no es el caso. Tengo que pensar con tranquilidad qué es lo mejor no sólo para Luis Enrique, sino para la selección. Cuando hable con las personas interesadas, todo va a influir, claro, todas las situaciones que se han dado», explicó en rueda de prensa tras el encuentro.

Luis Enrique, «por norma», no visita el «vestuario después de un partido porque no es momento de sacar conclusiones», pero este encuentro no ha sido uno más. «Hoy, al acabar el partido he hablado con los jugadores, los he animado, les he agradecido sus esfuerzos, su capacidad para gestionar el partido. Hemos creado la mejor ocasión en el minuto 120 que ha pegado en el palo. Que adelante, no pasa nada, la vida continua, es una experiencia que les quedará para siempre y que en el futuro ojalá les pueda servir», desveló.

También señaló que está «orgulloso» de su equipo. «Ha representado a la perfección mi idea futbolística y la del ‘staff’ y sólo felicitarles por cómo han competido y por su comportamiento. Felicitar a Marruecos. Bono ha estado espectacular y les deseo mucha suerte en el Mundial», añadió.

«Estoy muy contento con el perfil de jugadores que tengo y no los cambiaría por ninguno otro. Es lo que he seleccionado y voy con ellos a muerte, viendo su comportamiento e interpretando que, si hay algún responsable de algo, evidentemente soy yo. Tenemos una sensación de tristeza y decepción por el apoyo de nuestra afición tan potente y no lo hemos podido devolver con el resultado. Eso es lo que nos apena», abundó.

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