El patrimonio de los Franco: de los palacios al ladrillo, 50 años de fortuna

Sus herederos han multiplicado su patrimonio gracias a la fortuna que les dejó su abuelo, el dictador Francisco Franco, muerto hace hoy 50 años

Los siete nietos de Francisco Franco han pasado, en los últimos cincuenta años, de tener palacios y propiedades a centrarse en el negocio del ladrillo. Han incrementado la fortuna acumulada por el dictador desde el golpe de estado de 1936.

El patrimonio de la familia Franco se ha incrementado en los cincuenta años que han pasado desde su muerte, al pasar de la posesión de palacios y propiedades a inversiones en el negocio del ladrillo. En la imagen, la Casa Cornide, propiedad de la familia del dictador en la Cidade Vella de A Coruña. EFE/Cabalar
El patrimonio de la familia Franco se ha incrementado en los cincuenta años que han pasado desde su muerte, al pasar de la posesión de palacios y propiedades a inversiones en el negocio del ladrillo. En la imagen, la Casa Cornide, propiedad de la familia del dictador en la Cidade Vella de A Coruña. EFE/Cabalar

Patrimonio de Francisco Franco

En 1937 Franco recibió su primer regalo inmobiliario: el testamento que le dejaba el Palacio del Canto del Pico (Torrelodones, Madrid). Un año después, a finales de 1938, una comisión de personalidades gallegas afines al incipiente régimen le entregaba el Pazo de Meirás (Sada, A Coruña), que utilizó como residencia oficial de verano.

En 1940, el patrimonio del dictador ya superaba los 34 millones de pesetas. A su muerte, en 1975, dejó también 22 propiedades inmobiliarias que incluían una fortaleza del siglo VIII, un chalet en Miami y distintas posesiones en Madrid, Guadalajara, A Coruña o Málaga, entre otros lugares.

Fue entonces cuando asumió el liderazgo de la familia el yerno de Franco, Cristóbal Martínez-Bordiú, marqués de Villaverde. Anticipó su intención de deshacerse de propiedades cuando dijo en 1988 que «si la vaca no da leche, habrá que vender la vaca», según recuerda, en declaraciones a EFE, Mariano Sánchez Soler, autor del libro ‘La familia Franco, S.A.’.

A lo largo de estos cincuenta años, la hija del dictador y mujer de Martínez-Bordiú, Carmen Franco, fallecida en 2017, y sus siete hijos, han seguido esa filosofía y han vendido gran parte de sus posesiones. Entre ellas, el mítico edificio del número 8 de la calle Hermanos Bécquer de Madrid, que fue residencia familiar tras dejar el Palacio de El Pardo.

Los Franco se inclinaron por dejar de poseer palacios y apostar por las propiedades inmobiliarias más rentables. Optaron por la promoción de viviendas, alquiler de pisos, aparcamientos en Madrid e incluso inmuebles de uso turístico.

Algunos restos de aquel imperio inmobiliario quedan en Galicia, donde la Justicia -pendiente del fallo del Tribunal Supremo- les ha arrebatado el Pazo de Meirás. Pero mantienen en su poder un palacete del siglo XVIII en pleno centro de A Coruña, la Casa Cornide, o la casa natal de Franco en Ferrol, para la que han pedido licencia para reconvertirla en pisos turísticos.

La finca favorita de Franco, «el gran negocio de la familia»

Al margen de los palacios está una propiedad que Sánchez Soler define como «el gran negocio de la familia»: la finca Valdefuentes, en Arroyomolinos (Madrid).

Ganó importancia cuando, en 2001, un tercio de sus cerca de diez millones de metros cuadrados fue recalificado para ser urbanizable. Está en un lugar pegado a Móstoles y junto al centro comercial Xanadú, lo que llevó al auge del ladrillo en el lugar, con 5.000 viviendas, un centro comercial y un polígono industrial.

Todo después de los años de caza y pesca de Franco, que también tuvo allí ganado y plantaciones de trigo, patatas, tabaco y ajos. En un periodo tras su muerte, incluso, generó ingresos como un gigantesco plató de cine, con rodaje de películas de diferentes tipos, algunas para adultos.

«Era la finca favorita de Franco, a donde se retiraba, y llegó a explotarla agropecuariamente. Llegó a haber el comentario irónico de que era la S.A. de S.E., la sociedad anónima de Su Excelencia, pues en vida de Franco hicieron sociedades anónimas para gestionarlo. Después hubo una recalificación de terreno bastante potente», agrega Sánchez Soler.

Meirás y Cornide, las dos ventas imposibles

Aunque los Franco se deshicieron de numerosas propiedades a lo largo de estos cincuenta años, hay dos propiedades cuya venta nunca se materializó, aunque se intentó.

La primera fue el Pazo de Meirás, ofertado por ocho millones de euros antes de que la Justicia determinase que era propiedad del Estado.

Allí los Franco aún tienen bienes, pues los tribunales determinaron que son suyos los angelotes de bronce de la capilla, una escultura pétrea de una virgen con un niño, una lámpara sobre una pilastra de una escalera y tres apliques de pared metálicos, además de las alfombras pasilleras que ya estaban reconocidas. Si bien no los han retirado mientras se desarrollan los recursos por otros 559 elementos cuya propiedad es, de momento, del Estado.

Y queda la Casa Cornide en venta, por 3,5 millones de euros. Tiene la reciente obligación de abrirla al público al menos cuatro días al mes, al haber sido declarada Bien de Interés Cultural. Esto ya ha supuesto una sanción de 3.000 euros a la familia por el incumplimiento de esta obligación.

Este céntrico palacete, ejemplo de la arquitectura residencial de la Ilustración en Galicia, pasó en 1962 a ser propiedad de Carmen Polo. Por su matrimonio en gananciales, también de Franco, tras haber formado parte del patrimonio del Ministerio de Educación y luego del Ayuntamiento de A Coruña.

En los últimos años, diferentes gobiernos locales de A Coruña han anunciado acciones judiciales para reclamar su titularidad, pero estas aún no han sido más que anuncios. El Gobierno central ha optado por dejar solo al Ayuntamiento, mientras los colectivos memorialistas exigen hechos y el edificio está completamente vacío. 

Noticias Relacionadas

Otras Noticias