La concentración de humo ambiental del tabaco en las playas puede ser similar a la de espacios cerrados con fumadores y cada colilla puede contaminar hasta 500 litros de agua, argumenta la Sociedad Española de Epidemiología
Así lo han plasmado los epidemiólogos en las alegaciones que ha presentado al anteproyecto de la nueva ley antitabaco en el que Sanidad equipara los cigarrillos electrónicos a los tradicionales, amplía las zonas libres de humo o veta los dispositivos desechables, entre otras medidas.

Los epidemiólogos argumentan que, aunque en España más de 790 playas se han declarado ‘libres de humo’ por sus municipios en virtud de la ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados para una economía circular, estas iniciativas no cuentan con un respaldo normativo estatal que garantice su cumplimiento.
Por ello, consideran imprescindible una legislación estatal y comparten la petición de organizaciones como Nofumadores.org, firmada por más de 380.000 personas, que reclaman al Ministerio la prohibición de fumar en playas.
También quiere que se vete desechar colillas y dispositivos de vapeo -tengan o no nicotina- en las playas, la señalización de la prohibición, la puesta en marcha de campañas informativas y fomentar la coordinación entre las administraciones públicas para garantizar la aplicación uniforme de la medida, respetando las competencias municipales.
Espacio al aire libre con gran concentración de fumadores
En Europa, las playas se identificaron como uno de los espacios al aire libre con gran concentración de personas fumando; en función de la dirección del viento o del número de personas que fuman, las concentraciones de humo ambiental del tabaco (HAT) pueden llegar a ser similares a las de lugares cerrados en los que hay fumadores.
Lo cual, además de vulnerar el derecho de la población a respirar aire limpio, contribuye a normalizar el consumo de tabaco y a facilitar su inicio entre la población más joven.
Además, la exposición involuntaria al HAT causa cada año más de 1,3 millones de muertes a nivel mundial, alerta el Grupo de Trabajo de Tabaco de la SEE.
Consumir tabaco y sus derivados también impacta en el medioambiente, de modo que cada colilla -que constituyen el residuo individual más común en las costas en todo el mundo- puede contaminar hasta 500 litros de agua, siendo altamente tóxicas y no biodegradables.
Su acumulación contribuye así a la contaminación del litoral, dañando ecosistemas marinos y generando costes significativos de limpieza para los municipios, además de tener un impacto negativo en el turismo, argumenta la SEE.
Regulación en Europa
La eficacia de esta medida ya se evaluó en diversos estudios, como el realizado en Barcelona durante la temporada de baño de 2021 que analizó una intervención municipal que prohibía fumar en cuatro playas mediante decreto, señalización y campañas de sensibilización.
El trabajo mostró una reducción significativa tanto en la percepción de personas fumando (del 87,2 % al 49,7%) como en la observación directa de fumadores (reducción del 70 %), en comparación con las playas no intervenidas.
La SEE justifica además que esta regulación ya se ha llevado a cabo en países como Francia, que este año ha declarado más de 7.200 espacios recreativos libres de humo -incluyendo playas- mediante una normativa nacional, Países Bajos y Suecia.
En Nueva York también se implementó una ley que prohibía fumar en playas y parques y que mostró disminuciones sustanciales en la presencia de residuos de tabaco y en la prevalencia de fumadores.