El proyecto MAC-RODO asegura que los rodolitos son, junto a los cebadales, uno de los hábitats que captura el carbono de la atmósfera desde el fondo del mar
Un grupo de investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria estudia los rodolitos desde su hábitat natural. A pesar de que forman parte de nuestra biodiversidad, estas plantas con esqueleto que viven en el lecho marino son unas grandes desconocidas para la sociedad.
Ahora, gracias al proyecto europeo MAC-RODO, se conocen nuevas ubicaciones a gran profundidad, y se confirma su importancia para mitigar los efectos del cambio climático.
El investigador del Instituto Ecoaqua ULPGC, Francisco Otero Ferrer, apunta que, junto a los cebadales, «seguramente sea uno de esos hábitats que proporciona esa manera de secuestrar el carbono de la atmósfera desde el fondo del mar».
A través de un estudio mediante cámaras de incubación, que extraían datos sobre su respiración en un pequeño laboratorio flotante, los expertos confirman que se tratan de generadoras de vida porque ofrecen soporte a otras especies.
Sin embargo, no es un recurso renovable. «Solo crecen uno a dos milímetros al año», confirma Ferrer. Además, en estos momentos, no están protegidos: la mayor amenaza es el desarrollo costero o la contaminación.
Este estudio es la semilla de otro más ambicioso llamado Pop Corn, que analizará durante tres años a estos ecosistemas en Canarias.