700 personas regresan a sus hogares tras la erupción con sentimientos agridulces

Unas 700 personas han podido este viernes regresar a sus hogares, después de la erupción del volcán de Cumbre Vieja. Y lo han hecho con ilusión, pero también sin olvidarse de quienes perdieron sus viviendas y de aquellos que todavía no pueden volver. Son días de sentimientos agridulces.

Las viviendas de los barrios realojados también esperan a que sus vecinos acudan a realizar las labores de limpieza de ceniza y recolocación de enseres para, por fin, volver a dormir en sus hogares.

Jedey, repartido entre los municipios de Los Llanos de Aridane y El Paso, es el único barrio en la parte sur de la zona de exclusión en el que la orden de evacuación ha terminado. Unos 300 vecinos pueden, a partir de este viernes, acceder sin necesidad de los permisos que se exigían previamente.

Sobre las nueve de la mañana se encontraba Francisco Javier y su madre Carmen, que viven en Las Manchas de Abajo, municipio de Los Llanos de Aridane, esperando en su coche a que se abriera el control para acceder a su casa.

Francisco Javier ha explicado en declaraciones a EFE que afronta este día con ilusión sin olvidarse de sus vecinos que aún se encuentran evacuados.

Carmen, en cambio, dice «valorar mucho que siguen las paredes de la casa donde la dejamos, otros no pueden decir lo mismo», pero no esconde cierta preocupación por el cambio que la erupción ha provocado a las conexiones por carretera, lo que supone tener la atención médica más lejos de su casa.

Comienza la recuperación de la zona

Aunque la evacuación ha terminado, en la zona sur aún no se ha restablecido el agua corriente. Las tuberías fueron destruidas por los ríos de lava. Los servicios municipales de los ayuntamientos afectados están trabajando para arreglarlo.

Por este motivo, Francisco, otro vecino de Jedey, comenta que «aquí no se puede vivir en un montón de tiempo, porque no hay agua, y sin agua no se puede vivir».

Francisco tiene viñedos que ahora se encuentran sepultados por la cenizas y que costará mucho trabajo recuperar, además de una bodega que debe ventilar antes de entrar a conocer su estado. A esto se le suma la pérdida de un invernadero de plataneras en la costa, que sucumbió bajo el peso de las cenizas.

Desde el día de la erupción del volcán, cuando fue desalojado, Francisco ha vivido en Santa Cruz de La Palma, pero admite que en cuanto pueda volverá a su casa en Jedey.

«La capital no es mi sitio, yo quiero volver a mi casa, que fue la de mis padres y también la de mis abuelos», ha explicado con emoción en los ojos.

Sobre las doce de la mañana la vida ha ido volviendo a estos caseríos al sur del volcán, e incluso una primera tienda ha abierto sus puertas, «Víveres Lala«. Su dueño don José Laureano distribuye su tiempo entre retirada de cenizas y alguna venta ocasional a vecinos y trabajadores de la zona.

«Estamos abiertos, malamente, pero abrimos» explica Laureano, quien reconoce que le queda mucho trabajo por delante para estar en las mismas condiciones previas a la erupción, pero orgulloso de su vivienda «de teja francesa» que ya ha resistido tres erupciones volcánicas en la isla de La Palma.

Un hombre limpia de ceniza volcánica el frente de su casa en el municipio palmero de Tazacorte. Desde este lunes 700 personas pueden volver a sus domicilios tras acordar este domingo el Plan de Prevención de Riegos Volcánico de Canarias (Pevolca) el levantamiento de las evacuaciones en varias zonas afectadas por la erupción volcánica de La Palma. EFE/ Ramón De La Rocha

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