Canarias despide a Manuel Hermoso con una misa multitudinaria

Cientos de personas y numerosas autoridades se acercaron este miércoles a la Iglesia de La Concepción para dar el último adiós al político canario y expresidente del Gobierno de Canarias

Canarias despidió con un adiós definitivo a su cuarto presidente del Gobierno de Canarias. Durante la tarde de este miércoles ha tenido lugar en la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción, en Santa Cruz de Tenerife, la misa funeral en memoria del que fue uno de los políticos más influyentes y decisivos en la formación y desarrollo de la actual Coalición Canaria (CC) y fundador del partido insularista Agrupación Tinerfeña Independiente (ATI): Manuel Hermoso.

El político canario, fallecido el pasado 17 de junio a los 89 años, estuvo al frente del Ejecutivo regional desde el año 1993 hasta 1999, tras presentar una moción de censura contra el entonces presidente socialista Jerónimo Saavedra con el que ATI gobernaba en coalición, etapa en que ostentaba la vicepresidencia.

En las elecciones de 1995 repite como presidente del Gobierno canario, cargo al que accedió con mayoría absoluta y en el que estuvo hasta 1999. Antes de ocupar este puesto estuvo al frente durante 12 años de la Alcaldía de Santa Cruz de Tenerife y llegó a ser diputado en el Congreso en 1986.

Como no podría ser de otra manera, familiares, allegados y representantes institucionales y políticos de los partidos más representativos han estado presentes durante este miércoles en la misa funeral una de las figuras más importantes de las Islas.

Imagen de la Iglesia de la Concepción, en Santa Cruz de Tenerife. RTVC

«En la vida lo que hace falta es ser positivo», decía

Manuel Antonio Hermoso Rojas (1935) se definía a sí mismo como, ante todo, un hombre de consenso y de búsqueda de soluciones. Nacido en San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, su trayectoria pública y política estuvo marcada por una profunda vocación de servicio y un gran optimismo. «En la vida lo que hace falta es ser positivo», solía decir, y esa filosofía se reflejó en su forma de entender la política y las relaciones personales.

No quería que lo recordaran por los cargos que ocupó, sino por la huella humana que dejó en cada persona con la que interactuó. Para Hermoso, el mejor reconocimiento era pasear por la calle y ver «una cara grata, no ser percibido como alguien agresivo o indeseable», sino cercano y afable.

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Directo de la misa

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