El británico Ricky Clinton ha sido declarado culpable de homicidio por matar a un vecino de Costa del Silencio en febrero de 2020
El Jurado popular considera que el ciudadano británico Ricky Clinton es culpable del delito de homicidio tras acabar con la vida de un vecino de Costa del Silencio en febrero de 2020 y además por unanimidad rechazan todos los atenuantes planteados por la defensa.
En concreto, durante la vista oral se alegó que actuó en defensa propia, bajo los efectos del alcohol, que colaboró con la justicia y además intentó reanimar al fallecido.
El Tribunal popular no cree acreditado que sólo intentara reaccionar al ataque de la víctima, dado que apenas hay restos de sangre suya en el palo de golf utilizado para agredirle y los peritos afirmaron que el acusado empleó gran cantidad de fuerza para consumar el crimen.
Sin pruebas de la reanimación tras el homicidio
Por ello, tampoco se acepta que intentó reanimarlo, dado que no se ha aportado prueba alguna.
Tampoco aceptan que actuara bajo los efectos del alcohol y las drogas, ya que recuerda todos los detalles de lo ocurrido y, según el jurado, no solo no colaboró con la justicia, sino que huyó de la Isla por lo que fue extraditado y la confesión que hizo por escrito la llevó a cabo cuando estaba preso.
La Fiscalía se reafirma en su petición de doce años y medio de cárcel, mientras que la defensa pide que se aplique la menor pena posible y anuncia que recurrirá el fallo.
El problema al que se ha enfrentado la acusación y el Jurado Popular es que no hubo testigos ni ninguna grabación de lo ocurrido.
El acusado declaró el primer día que es toxicómano desde los 12 años y que en su momento se logró desintoxicar durante seis años, a lo que siguió una recaída en 2018.
Consumo de alcohol
El objetivo de viajar a Tenerife era desengancharse, pero muy al contrario el consumo alcohol resultó diario y el de drogas fue esporádico.
Aquella noche acudió con su amigo a una discoteca de Las Américas de la que lo expulsaron con violencia, tras consumir gran cantidad de alcohol, hachís y cocaína.
Su compañero lo llevó de vuelta al local en el que estaban viviendo con la víctima y lo dejó allí solo, para volver a la zona de ocio.
Momentos después se levantó al recibir un fuerte golpe con un palo de golf y escuchar al agresor diciendo que lo iba a matar como había hecho con más personas. Entonces comenzó a defenderse, logró reducir a la víctima, lo asfixió con las manos y luego intentó reanimarlo llevándolo a las duchas, para lo que utilizó una sábana sin poder explicar la razón.
Vuelta a Inglaterra
A partir de aquí dice que entró en pánico, en principio no dijo nada a su amigo, abandonaron el lugar y dos días después volvieron a Inglaterra. Del fallecido indicó que era más corpulento que él y les había contado que tenía una placa y una pistola porque había sido policía, en realidad legionario.
El acusado y su amigo decidieron vivir en estas instalaciones abandonadas donde residía la víctima después de que fueran expulsados de un apartamento y éste les ofreciera residir allí.
La convivencia no fue fácil porque al poco tiempo el agredido atacó a su amigo con un palo tras exigirle que le entregara dinero por la compra de extasis, de manera que a partir de entonces sólo iban al local a dormir. Justificó que adelantaran el regreso porque había muerto su abuela y además se estaba en plena pandemia del Covid-19.