Espiar el teléfono de otra persona o difundir sus imágenes sin su consentimiento es un delito que podría costar al acusado hasta 4 años de prisión
El uso incorrecto de la tecnología puede llevarnos a cometer un delito. Es el caso de espiar el teléfono de otra persona. La legislación sobre la privacidad y el derecho a la propia imagen ha cambiado. Difundir la imagen de una persona sin su consentimiento puede suponer hasta 4 años de prisión.
A veces resultan tan sencillo cómo conocer la contraseña para acceder a una información que no nos pertenece. Al mirar qué hay en el móvil de otra persona, parejas incluidas, estaríamos vulnerando su intimidad.
Esta infracción se castiga con penas de prisión de 1-4 años. Ocurre lo mismo cuando compartimos sin permiso conversaciones, fotos y vídeos de WhatsApp, por ejemplo, en las que ha participado un tercero. Pero no se alarmen, el reenviar no es ilegal.
El 72% de los españoles ha declarado sentir preocupación por el acceso que puedan tener a sus datos personales, aunque no tantos saben las consecuencias que puede tener.
Pero espiar dispositivos ajenos no es solo cosas de jóvenes. En Canarias un matrimonio de 74 años acudió a los tribunales por este motivo. Fue castigado con pena de prisión y, aunque no la difundió, el mero hecho de acceder sin consentimiento supuso una acción ilegal.