La filósofa feminista Ana Hardisson Rumeu reflexiona sobre el edadismo hacia las mujeres en el ensayo Esplendorosas y, sin embargo, viejas.
Los estereotipos sobre la vejez y el edadismo se han cebado tradicionalmente con las mujeres. Es la opinión que ha trasladado en la sección de igualdad de Buenos Días Canarias la filósofa y activista feminista Ana Hardisson Rumeu, autora de un ensayo que aborda el envejecimiento desde una mirada feminista: Esplendorosas y , sin embargo, viejas editado por Círculo Rojo
La experta ha descrito el término «juvenilitis», como una enfermedad social basada en la excesiva valoración de la juventud, algo que para ella no tiene sentido. En su opinión, la juventud es sencillamente un dato cronológico. Sostiene que esa sobrevaloración tiene su base en una visión mercantilista, de la que «se están beneficiando -sobre todo- las industrias farmacéutica y de belleza».
Hardisson ha afirmado que la otra cara de esa «juvenilitis» es la «annus fobia«, el rechazo o el odio a la edad. Sostiene que sucede en nuestra sociedad y que, especialmente son víctimas de ello las mujeres, a las que «se invisibiliza al llegar a la vejez y se deja de ver como sujetos con vida activa, proyectos y sueños».
En la entrevista, ha afirmado que los peores estereotipos a los que nos enfrentamos las mujeres tienen que ver con que se relacione la vejez con incapacidad y debilidad. Sostiene que eso genera «una sobrecarga de ideología negativa tremenda que ha sido asimilada por muchas mujeres». En la vejez , defiende que se pueden mejorar las expectativas de buena vida, porque se vive con serenidad. Sin embargo, en la juventud, la vida se afronta plagada de incertidumbres.
Prejuicios sobre la belleza
Estos prejuicios sobre la belleza y el envejecimiento han sido tradicionalmente reforzados por los medios de comunicación, el cine y la publicidad, convirtiéndose en modelos que se han ido interiorizando. Un ejemplo de ello es la visión diferente que se tiene de un hombre canoso, al que se considera interesante, de la visión de una mujer con canas, a la que habitualmente se ha asociado con dejadez. Hardisson reivindica las canas y defiende que «la mayor belleza es la expresión de lo que uno siente y vive».
La sexualidad femenina, un tabú en la vejez
Ana Hardisson también ha lamentado que tradicionalmente se haya vinculado la sexualidad con la juventud, algo que considera falso y peligrosos. Desmonta ese mito recordando los beneficios que tiene la actividad sexual para la salud, y lo positivo de que, además, se pueda realizar la actividad sexual en pareja o en soledad. Sin embargo, se ha mostrado muy preocupada por el uso de la pornografía que se está realizando por parte de la juventud. Insiste en que la pornografía muestra una visión sumisa de las mujeres y defiende que no tiene nada que ver con la sexualidad.