La escritora Julia Navarro presenta en Gran Canaria su última novela, una historia de migraciones, totalitarismos fascistas y comunistas y maternidades, y en la que hay muchos paralelismos con la situación de los migrantes hoy
La escritora Julia Navarro, una de las más vendidas en España, visitó este miércoles el programa Buenos Días Canarias. Está en las islas para presentar su nueva novela ‘El niño que perdió la guerra‘. Este libro trata asuntos de actualidad que se repiten a lo largo de la historia: migraciones forzosas, guerras, totalitarismos y maternidades. Todo, alrededor de la historia de dos familias que se ven unidas por un niño y las atrocidades de la guerra. En la entrevista, Navarro entró en la situación de la migración en Canarias y el trato de la Unión Europea a estas personas que se ven forzadas a salir de sus países de origen poniendo en riesgo sus vidas y las de sus hijos. Un trato que tachó de «vergonzoso».
A las 18:00 horas la podrán escuchar en la Sala de Ámbito Cultura del Corte Inglés de la Avenida Mesa y López de Las Palmas de Gran Canaria.

Contra los totalitarismos
La última novela de Navarro se sitúa en los últimos años de la Guerra Civil española. A finales de 1938 el Golpe de Estado de Franco está a punto de dar paso a una dictadura. En Rusia, Stalin hace lo propio desde el comunismo.
Este paralelismo le sirve a la escritora para enlazar las represiones de las ideologías fascista y comunista en el siglo XX. Pone el acento en los puntos en común de ambos regímenes. «Cercenaron la libertad de los ciudadanos, instauraron la censura y persiguieron toda aquella manifestación cultural que ellos no podían controlar y dominar», resume. «Eran más las cosas que tenían en común que las que las separaban», señaló en el Buenos Días Canarias.
Migraciones forzosas
Para evitar los estragos de la guerra en España, y con las esperanza de que la República ganaría y los niños podrían regresar, muchas familias enviaron a sus hijos a otros países. En el caso de los niños rusos no pudieron regresar. «Hubo toda una generación de niños que crecieron en otro país y que dejaron atrás la Guerra Civil española, pero se vieron envueltos en la Segunda Guerra Mundial«, explicó Navarro.
Una situación que se enlaza con la actualidad. «Por eso, yo me siento en el compromiso con todas esas personas que intentan llegar a Europa huyendo de la miseria, de la violencia, de las guerras…», sentenció.

«Me avergüenza el trato que se está dando en el ámbito de la Unión Europea», afirmó la escritora. Se refirió a la situación concreta de las islas: «Canarias no puede resolver sola lo que está pasando, todas esas personas que llegan a sus costas. Esto tiene que ser una respuesta global, una respuesta no solamente del gobierno español sino una respuesta de la Unión Europea». «Y esa respuesta hasta ahora a mí me provoca vergüenza: levantando muros, abriendo centros de detención hasta que aclaren la situación esos migrantes… Nos debería de producir vergüenza«, insistió Navarro.
La escritora recordó que «la historia de la humanidad es una historia de migraciones. Cuando los hombres no han podido seguir viviendo en el lugar donde han nacido, han intentado ir a otros sitios donde simplemente sobrevivir». «En estos momentos el comportamiento de Europa, el comportamiento de nuestro país hacia todas esas personas desesperadas que llegan, realmente deja mucho que desear«, concluyó.
Maternidades
Su última novela es también una historia de maternidades. «Es una forma de plantear que hay muchas maternidades, muchos tipos de maternidades. No solamente la madre biológica, sino la madre de acogida, en definitiva es tan madre de Pablo (el niño protagonista), como lo fue su madre biológica», explicó sobre el argumento de ‘El niño que perdió la guerra’.
«La madre rusa es la que le educa, la que le ayuda a convertirse en un hombre, a caminar, a atravesar todos los periodos de la vida, la adolescencia», mientras que «su madre biológica nunca deja de pensar en su hijo e intentar reunirse con él», señaló.
A estas dos mujeres a las que les une la cultura, a la que ambas se dedican, «y la valentía de decir no» en un contexto de dictadura, ambas dicen no y no renuncian a su autonomía artística.