Las bajas laborales por la incidencia de la COVID-19 se ha convertido en un lastre para los servicios esenciales y para la economía
El aumento de bajas laborales y su efecto en servicios esenciales y en la economía ha hecho que el Gobierno decida rebajar la cuarentena de 10 a 7 días. Esta medida ya está en vigor para todos los nuevos contagios que se detecten a partir de ahora.
El Gobierno ha tomado un camino intermedio entre los diez días de cuarentena exigidos hasta ahora y los cinco de países como Estados Unidos o Grecia.
Si se tienen síntomas, la cuarentena es de una semana desde el inicio de ellos. Si al séptimo día ya no hay signos de enfermedad se dará el alta sin necesidad de realizar test. Si hay tos, moco o fiebre habrá que esperar. En caso de ser asintomático y continuar así el aislamiento durará una semana desde la prueba positiva.
Los contactos estrechos sin vacunar también acortarán su cuarentena a siete días si no tienen síntomas. Los que estén vacunados no tendrán que aislarse si no hay indicios de enfermedad.
Algunos empresarios denuncian que uno de los grandes problemas es dar solución a los trabajadores con hijos que tienen que aislarse al detectarse un caso positivo en clase. No tiene cobertura legal y, dicen, supone ajustar hasta el límite los horarios de las plantillas.