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Una investigación sugiere que las letras de la antigua imagen de la Virgen de Candelaria eran, en realidad, oraciones dedicadas a María tal y como sonarían en la antigua lengua de los guanches

La imagen de la Virgen de Candelaria que hallaron los guanches casi cien años antes de la conquista en las playas de Chimisay, aquella que desapareció tras un aluvión en 1826, tenía en su manto una serie de letras -alrededor de 200- sin un significado claro. Más consonantes que vocales sin un sentido aparente, que al principio se relacionaron con las primeras letras de oraciones cristianas.
Una talla que conocemos hoy a través de las representaciones plásticas que nos han llegado, tanto pinturas conservadas, sobre todo, en Tenerife, como la talla -considerada un «facsímil» de la primitiva imagen- de la parroquia de Santa Úrsula en Adeje.
El investigador Vicente Jara concluye en su tesis doctoral que las letras son, en realidad, oraciones marianas tal y como sonarían en la antigua lengua insular amazigh, «un bereber previo a la entrada del Islam (…) una lengua mucho más pura, diferente de la actual», sin las contaminaciones del árabe , que hablarían los primitivos habitantes de la isla.
Para su estudio, dado a conocer en una tesis doctoral, ha recurrido a técnicas criptográficas y algoritmos matemáticos, con los que ha descartado hipótesis posibles vinculadas a la talla, tanto en lo relativo a las lenguas que podía representar como a si podría tratarse de un texto cifrado.
Una forma de evangelización
Se trataría, de hecho, de una forma de catecismo escrito con letras europeas para ser escuchado. Oraciones dedicadas a la Virgen María como el Ave María o el Magníficat. «Aquellos franciscanos que evangelizando, lo que hacen es poner en letras latinas esos sonidos de esa lengua guanche que van aprendiendo», señala.
Una imagen «singular»
«Esta talla es muy distinta a otras tallas marianas de la época». Hay muchos elementos, señala el investigador, que diferencia la imagen de otras representaciones.
La talla perdida mostraba a una mujer de frente, con el cabello rubio y suelto, algo excepcional en la plástica religiosa. «A la Virgen María en esta época jamás se la va a representar, ya sea en lienzo ya sea en una escultura, con el cabello suelto», destaca. «Es más, por recato, la Virgen tiene el cabello recogido y no se muestra». Se trataría, pues, de una forma de acercar la imagen a los habitantes de Tenerife, representándola como las mujeres indígenas, que llevaban el cabello de esta manera.
