En esta ocasión, participan en el programa Pangaea el astronauta de la ESA Andreas Mogensen, el ingeniero de la ESA Robin Eccleston y la astronauta de la NASA Kathleen Rubins, miembro del equipo que prepara el regreso a la Luna en las futuras misiones Artemis
El programa de formación de astronautas de la Agencia Espacial Europea (ESA) ha regresado Lanzarote tras casi tres años de paréntesis para seguir enseñando técnicas de exploración geológica a los candidatos a participar en futuras misiones a la Luna y Marte, aprovechado sus enormes extensiones de lava y escoria volcánica.
En esta ocasión, participan en el programa Pangaea el astronauta de la ESA Andreas Mogensen, el ingeniero de la ESA Robin Eccleston y la astronauta de la NASA Kathleen Rubins, miembro del equipo que prepara el regreso a la Luna en las futuras misiones Artemis.
Los tres han aprendido en los últimos meses a identificar muestras de rocas y posibles rastros de vida en ellas en trabajos de campo en los montes Dolomitas de Italia y en el cráter Ries de Alemania.
Volcanes, campos de lava y lapilli
Ahora, su formación les conduce a uno de los paisajes más parecidos a la Luna o a Marte que se pueden encontrar sin salir de la Tierra: los volcanes y los campos de lava y lapilli de Lanzarote.
«Ahora somos capaces de escuchar y de entender mejor el latido geológico del planeta. Algunas rocas son como libros abiertos que te cuentan la historia del Sistema Solar», asegura Andreas Morgensen.
Museo al aire libre único
La Agencia remarca que los paisajes volcánicos de Lanzarote están excepcionalmente bien conservados y que la actividad geológica reciente en la isla hace de ella un «museo al aire libre único». «Es muy difícil encontrar en la Tierra un análogo de la Luna o de Marte mejor que Lanzarote», resume Francesco Sauro, el director técnico del curso.
De hecho, los flujos de lava basáltica de esta isla canaria se asemejan a las vastas llanuras de los mares lunares y sus volcanes se parecen a los de algunas regiones de Marte, subraya la ESA.
«En Lanzarote, podemos observar las interacciones geológicas entre la actividad volcánica y el agua, dos factores claves en la búsqueda de vida», explica Samuel Payler, coordinador de los entrenamientos del programa Pangaea. «Sorprendentemente», apunta, «algunos microorganismos pueden prosperar dentro de las rocas, a pesar de encontrarse en suelos que parecen estériles».
La ESA recuerda que el vulcanismo no es exclusivo de la Tierra. La Luna tuvo una gran actividad volcánica hasta hace menos de 2.000 millones de años y Marte, que hoy es un desierto helado y frío, fue configurado en el pasado en la mayor parte de su superficie por el agua y los volcanes.
En Pangaea, los astronautas e ingenieros implicados en programas de exploración espacial aprenden a recolectar muestras geológicas, a analizarlas, a escoger sus propias rutas de exploración sobre el terreno o a mantener la comunicación con los equipos científicos.
«Les enseñamos a leer los paisajes, a describirlos y la realizar de forma eficiente recogida de muestras en el ambiente que les rodea, ya sea polvo o rocas volcánicas», explica Francesco Sauro.
«Desde seleccionar un lugar de aterrizaje hasta describir muestras con el vocabulario científico apropiado, esa es la educación geológica básica que van a necesitar sobre el terreno en futuras misiones lunares», apunta el científico italiano.