Unicef insta a España a aprobar cuanto antes una política estatal de contingencia migratoria que garantice las necesidades individuales de protección de los niños y de los jóvenes extutelados e incluya un mecanismo que garantice la responsabilidad compartida y regule los traslados entre regiones
Distintos responsables de la ONG en España han participado en una rueda de prensa telemática en la que han presentado el informe «Canarias: niños y niñas migrantes en una de las rutas más peligrosas del mundo«
Un texto elaborado tras una investigación desarrollada en la primera quincena de junio en Gran Canaria, Fuerteventura y Tenerife por un equipo de la organización que visitó 27 centros de protección, acogida inmediata y atención temporal a extranjeros en los que pudo «escuchar la voz de los niños«.
Con este «valor añadido», como el que ha aportado a este estudio el senegalés Moussa, que abandonó a su familia para meterse en un cayuco rumbo a Canarias, donde pensó que encontraría trabajo como futbolista para enviar dinero a su madre, que depende de medicinas para vivir, y que ahora quiere ser monitor de Cruz Roja para ayudar a otros niños como él, Unicef España ha podido constatar el desafío que plantea la emergencia humanitaria que encarnan los 33 millones de personas que han cruzado fronteras internacionales buscando oportunidades y seguridad, más de la mitad de ellas menores de 18 años.
Necesidad urgente
Este «fenómeno estructural» plantea la necesidad urgente de dotarse de herramientas adecuadas para gestionar esta contingencia porque «estamos lejos de lograr que se acaben las vulneraciones de derechos que sufre la infancia migrante», ha aseverado el presidente de Unicef España, Gustavo Suárez, quien ha aludido así a las carencias que presenta el «desbordado» sistema de protección a la infancia español, ante las que la ONG insta al Gobierno a contar con sus diagnósticos y recomendaciones a la hora de aprobar, previsiblemente este año, una estrategia nacional cuyo borrador se ha presentado recientemente.
La investigación desarrollada por Unicef en Canarias, adonde, según sus cifras, han llegado en pateras y cayucos 3.830 menores desde 2019 y donde permanecen acogidos más de 2.500 presuntos menores de edad no acompañados, cuyas determinaciones de edad se demoran meses, por lo que están pendientes más de 1.750, ha constatado la «ansiedad y profunda tristeza» que genera a muchos de estos chicos el recuerdo de otros compañeros de viaje fallecidos durante su viaje en barca hacia las islas.
En esas entrevistas con los protagonistas de esta emergencia humanitaria, Unicef también ha confirmado que, pese a que solo unos 400 menores de 16 años de los 2.500 que están acogidos en Canarias han sido escolarizados, la mayoría de ellos y también los mayores de edad, lo que transmiten con claridad es su deseo de estudiar y formarse.
«Nos han llegado a decir que están desesperados por estudiar, por hacer algo, no soportan estar sin hacer nada y esta frustración pone en riesgo su salud mental», ha aseverado la investigadora Sara Collantes
Collantes ha destacado que otro chico senegalés de 16 años con el que ha podido hablar en Canarias le ha contado que dejó la escuela a los 7 años, cuando murió su padre, y que ahora no puede dormir en el centro de acogida porque su madre y sus hermanas dependen de él, por lo que sueña con seguir los pasos de su progenitor y trabajar como pescador para que ellas puedan vivir mejor.
Unicef también ha encontrado en Canarias «casos de éxito», como el de Rulo, quien, como también ha conseguido un centenar de chicos llegados a las islas, ha podido salir con su permiso de residencia del centro en el que estuvo acogido y cuidado por quienes considera su «familia» y ahora trabaja en una cocina, 5 horas al día de lunes a sábado, lo que le ha permitido emanciparse y asegurar orgulloso que «nada es imposible, aunque seas extranjero».
Aunque no se disponen de cifras desagregadas, Unicef estima que buena parte de los más de 200 menores acogidos por familias canarias en 2020 pueden ser extranjeros no acompañados, un colectivo al que, más que un acogimiento, lo que se brinda es un acompañamiento dirigido a lograr su emancipación, que solo logra un 4,9 % de los migrantes acogidos cuando cumplen su mayoría de edad, una tarea que es más fácil en el caso de los niños más pequeños y que supone un reto para los de 12 años en adelante, ha explicado el especialista en migraciones y autor del informe de la ONG, Pablo Ceriani.
Otro de los testimonios recabados sobre el terreno en este estudio ha sido el de Tatana, de 17 años y origen marroquí, quien ha contado que en su país trabajaba, por 94 euros al año, en una casa donde limpiaba y cocinaba y donde le «trataban fatal», por lo que, pese al miedo que le daba, se embarcó en una patera cuyo motor se rompió en medio de su travesía hasta Canarias -en la que han desaparecido o muerto 95 niños- donde fue finalmente rescatada por Salvamento Marítimo. Ahora ansía llegar a ser jefa de cocina para poder ayudar a su familia.
La conclusión a la que ha llegado Unicef tanto en Canarias como en Ceuta, donde el pasado mes de mayo entraron más de 1.000 menores en 48 horas, «cuando el sistema se satura, los derechos se vulneran», ha referido Collantes.
La especialista en migraciones recalca que el sistema español está diseñado para dar una respuesta desde la lógica de la protección a la infancia, pero no está preparado para absorber contingencias migratorias como la actual, que continuarán porque este país «seguirá siendo la puerta de entrada de niños migrantes a Europa».
Por ello, la ONG reclama que la estrategia nacional que se elabora establezca recursos estables de emergencia en todos los territorios del país a los que se dote de personal especializado en infancia para que las evaluaciones individuales de los usuarios se realicen con más agilidad. Unicef aboga por que estos recursos estén coordinados por una unidad de respuesta rápida que tenga un control político central y por que se acuerde un sistema común de gestión de la información que permita hacer un seguimiento de estos menores durante su permanencia en España.
Unicef también hace hincapié en la necesidad de contar con medios con los que atender las necesidades especiales de niños que son víctimas de trata o sufren problemas de salud mental, así como de los adolescentes que se ven abocados a vivir en la calle cuando cumplen 18 años y han de abandonar los recursos de acogida, una situación evitable si se buscara a los familiares que muchos de ellos tienen en España o en países del entorno, como ocurre con el 30 % de los usuarios de algunos centros de acogida de Canarias quienes, sin embargo, pasan en ellos largas estancias.