Messi conquista su primer título grande con la Albiceleste, que se impone con un tanto de Di María (1-0)
Leo Messi al fin logró ese sueño tan deseado: ser campeón con Argentina. No firmó, ni mucho menos, su mejor partido. Le controlaron mucho, Tanto, que tuvo su opción para consagrarse, pero, ante el portero, él, que muy pocas veces perdona, pareció verse solo ante el abismo.
Neymar con quien los albicelestes se emplearon sin piedad, por su parte dejó algún destello de calidad, pero no pudo evitar que Brasil viviera una suerte de segundo maracanazo que, según confesó él mismo antes del duelo, no lo será tanto: muchos compatriotas deseaban ver al capitán albiceleste levantando el título. Algo que Di María haría realidad con un 1-0 que sería ya inamovible.
Y el brasileño, al final, felicitó a su buen amigo fundiéndose en un abrazo sobre el césped.
Quatar en el horizonte
El 1-0 se mantuvo hasta el descanso, Tite buscó un revulsivo con la entrada de Firmino y la canarinha convirtió su necesidad de buscar el empate en virtud. Richarlison tuvo dos grandes opciones para poner el 1-1. La primera fue invalidada por fuera de juego, mientras que en la segunda se encontró con el Dibu Martínez.
Neymar, mientras, pidió penalti tras un encontronazo en el área. Y lo mismo hizo Messi poco después. En ambos casos, sin consecuencias. Argentina sólo podía responder a chispazos al aluvión de los brasileños, siempre más voluntariosos que acertados.
Poco a poco, el choque retomó la intensidad inicial. Y Neymar, como siempre, se llevó más de una tarascada. La épica, por momentos, se alió con la férrea defensa de los de Scaloni, dispuestos a todo para conservar el 1-0 como oro en paño y con Otamendi agigantándose en los momentos más desesperados. Gabriel Barbosa bien pudo atestiguarlo.
Con todo, la mejor opción la tendría Messi, en el ocaso, tras arrancar desde la medular y combinar con De Paul, que lo dejó solo ante Ederson. El capitán argentino se quedó a medias.
Ni buscó el disparo ni logró regatear al meta rival, quien se las arregló agónicamente para desbaratar lo que podría haber sido su consagración plena con la albiceleste. Un sinsabor que, seguro, se borró de un plumazo cuando levantó el primer trofeo de Argentina en 28 años. Su primer título con la absoluta: la Copa América. Con Qatar, desde luego, en el horizonte.