Javier Cienfuegos quedó décimo en la final de martillo. El extremeño es el primer español en llegar a una final en esta modalidad
El extremeño Javier Cienfuegos, primer español en una final olímpica de martillo, se clasificó décimo con un mejor lanzamiento de 76,30 que no le resultó bastante para acceder a los tres últimos tiros.
El lanzador de Montijo había llegado a la final con un lanzamiento de 76,91 metros, séptimo entre los doce finalistas, justo el puesto que obtuvo en su primera gran final, hace dos años en los Mundiales de Doha, donde lanzó 76,57.
El extremeño, plusmarquista nacional con 79,38, había anticipado, tras clasificarse para la final: «Si estoy en mis marcas, podemos soñar», pero estuvo ligeramente por debajo.
Empezó el concurso lanzando 74,62. A continuación cometió un nulo y mejoró en el tercero hasta los 76,30, que resultaron insuficientes para meterse entre los ocho que siguen en competición a partir del tercer turno.
Todo su trabajo del año estuvo enfocado a llegar en la mejor forma posible a la gran cita olímpica, que le ha otorgado el décimo lugar entre los mejores del mundo.
El campeón de España ha ganado en capacidad física y técnica para situarse muy estable en las cercanías de los 80 metros, la marca a partir de la cual se obtienen los éxitos internacionales.
Cienfuegos venía de conseguir en Getafe su undécimo título de campeón de España con 76,01, ligeramente por debajo de la marca que esperaba. Le ha costado «que el martillo vuele», aunque este año -explicaba- estaba entrenando mejor que en 2019.