En el caso de Fernando, que cuenta con una pensión y con el grado dos de dependencia, los elevados precios de las residencias no le permitan poder acceder a una
Fernando tiene 83 años y el último lo ha pasado en la Clínica San Roque. Aun así, con la ayuda para el grado dos de dependencia y su pensión, no alcanza para una residencia. Su hijo, con su propia familia y gastos, no puede hacerse cargo de la diferencia.
«A mi padre le han dado un grado dos, está a 800 euros de poder pagar una residencia, ¿de donde saco yo esos 800 euros para pagarle una residencia a mi padre?», ha señalado el hijo de Fernando.
Solo hay 1.500 plazas en los centros públicos de atención residencial para personas mayores en Gran Canaria. Actualmente, su coste oscila entre los 2.000 y los 2.500 euros mensuales. Y aunque los precios se han encarecido, las ayudas a la dependencia no se han actualizado.
Una muerte digna en una residencia
Este drama familiar no solo lo vive Fernando, sino que son muchas las familias canarias que lo sufren a diario. La vejez, a menudo solitaria, se hace más difícil sin la atención requerida en los últimos años de vida.
Según el gerente del Instituto de Atención Social y Sociosanitaria de Gran Canaria, Ricardo Redondas, «los precios reales han aumentado, pero los distintos precios que manejamos con el Gobierno de Canarias no se han actualizado».
Este drama familiar no solo lo vive Fernando, sino que son 1.600 las familias grancanarias que lo sufren a diario.
El objetivo es tener «la oportunidad de poder morir, aunque suene muy duro, en sitios dignos como una residencia», concluye su hijo. Algo que parece tan sencillo pero que mucho le está costando a Fernando