El jurado popular concluyó que se debe atribuir el agravante de alevosía junto con el de parentesco y la Fiscalía elevó su petición de penas de cárcel
Un jurado de la Audiciencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife ha declarado culpable al hombre de matar a sus padres en San Miguel de Abona (Tenerife) en 2020, parricidio que cometió de forma sorpresiva y violenta.
El Tribunal popular concluye que por lo tanto se le debe atribuir el agravante de alevosía junto con el de parentesco.
En total el hijo asestó siete puñaladas a cada uno de ellos y también intentó degollarlos como habitualmente sacrificaba a los animales que la familia criaba en su finca pero quedó descartado el ensañamiento porque la muerte fue rápida.
Tras escuchar el veredicto, la Fiscalía elevó su petición de penas de cárcel de 20 a 22 años por la muerte del padre y otro tanto por la madre y el pago de 300.000 euros a cada uno de sus dos hermanos.
La acusación particular solicita 25 años y 500.000 euros para cada uno y la defensa cree que deben ser 20 años y en cuanto a la responsabilidad civil recordó que el condenado es insolvente.
El Jurado no acepta el atenuante de cometer el crimen bajo los efectos de la droga, por ser un consumidor crónico de cocaína y para ello se basan en el informe del psicólogo quien declaró que era consciente de lo que hacía y que podría haberse controlado.
El día del crimen pasó la noche con una prostituta
Por unanimidad en todos de los puntos el jurado determina que Gabriel Iván M. D. cometió el crimen el 11 de marzo cuando, como era costumbre, le pidió dinero a su madre aunque en esta ocasión no se lo dio por lo que la atacó, mientras que el padre estaba en el baño y al oír los gritos salió y corrió la misma suerte.
A continuación el ya condenado cogió alrededor de 600 euros que su madre llevaba siempre en una riñonera y que era el dinero que ganaba el fin de semana en un mercadillo, robó todos los móviles e incluso el fijo y cogió el coche del padre.
Metió la ropa ensangrentada y el cuchillo en una bolsa que tiró en un contenedor que finalmente fue llevado al PIRS de Arico por lo que no se pudo recuperar su contenido pero sí las llaves del coche.
Con lo robado compró más droga en Cabo Blanco, vio a unos amigos a los que confesó lo ocurrido y pasó la noche con una prostituta.
El día 13, como a sus dos hermanos les extrañaba que sus padres no contestaran al teléfono acudieron por la tarde a la casa y desde la ventana vieron el pie de la mujer en un charco de sangre, ya casi coagulada.
La policía local fue la primera en llegar, un efectivo entró por la ventana y se encontró a la madre, luego una serie de huellas de sangre que lo llevaron hasta el cuerpo del padre.
El primer día del juicio declaró que no recordaba lo ocurrido
Los hermanos desde el primer momento sospecharon del ahora condenado por sus adicciones y la costumbre de exigirle dinero a la madre que se había agravado en los últimos días. A ello se une que la puerta no había sido forzada y la ausencia de desorden porque el autor conocí la casa.
Por eso los agentes lo llamaron al móvil y tras las iniciales reticencias, al final consiguieron quedar con él en una gasolinera en la noche del 13 al 14 de marzo. Al principio se mostró reacio pero finalmente de manera informal les confesó el crimen que atribuyó a sus adicciones y a que sus padres continuamente lo comparaban con el hermano. En su bolsillo sólo se encontraban ya 10 euros de los más de 500 robados.
Tras tres años en prisión provisional, el primer día del juicio declaró que no recordaba lo ocurrido, que se había enterado la semana pasada al leer la prensa local, pero que supone que era el culpable porque no había nadie más en la casa, aunque no se acordaba de casi nada.
Al inicio de la segunda jornada de la vista pidió volver a declarar al atribuir las contradicciones del día anterior a los efectos de la fuerte medicación que tomó en la cárcel antes de que lo llevaran a la Audiencia. En esta ocasión respondió “sí” cuando su abogada le preguntó si había acuchillado a su padre y a su madre.
El acusado mantuvo tres posturas a lo largo de los juicios
Los hermanos relataron cómo el procesado había cambiado de carácter desde que comenzó a tomar drogas con 20 años, también que fue condenado en dos ocasiones por malos tratos hacia sus parejas y que el padre les había advertido que cualquier día los iba a matar.
El fiscal insistió en varias ocasiones si los policías habían encontrado rastro de estupefacientes en la vivienda y la respuesta siempre fue negativa, y es que el acusado había relatado que antes de cometer el crimen consumió “medio gramo o un gramo de crack”. Los peritos médicos explicaron la forma en la que se cometió el crimen y las posibilidades científicas de que él fuera el responsable.
Durante el juicio trascendió que se había ido a vivir a casa de sus padres porque estaba amenazado y no podía estar en la suya o que desde la cárcel envió a sus hermanos dos cartas confesando el crimen y pidiendo perdón, a la vez que un preso en nombre suyo les transmitió el mismo mensaje.
En total el acusado mantuvo tres posturas, en el escrito de defensa se decía que era inocente, en su primera declaración apeló a que no se acordaba de nada y atribuyó lo ocurrido al consumo de droga y finalmente el segundo día ya pasó a reconocer abiertamente el crimen.