El centrista Armin Laschet sucede a Merkel como líder de la CDU

Se impuso en el congreso virtual del partido a su principal rival, el derechista Friedrich Merz

La Unión Cristianodemócrata (CDU) alemana defendió la vía centrista, con la elección como nuevo líder del primer ministro del «Land» de Renania del Norte-Westfalia Armin Laschet, y evitó entrar en la era «post Angela Merkel» con un giro derechista.

Laschet, representante del continuismo y apoyado por el popular ministro de Sanidad, Jens Spahn, se impuso en el congreso virtual del partido a su principal rival, el derechista Friedrich Merz, enemigo histórico de la canciller y favorito del mundo empresarial.

Ni Laschet ni Merz, como tampoco el tercer aspirante Norbert Röttgen -quien quedó fuera en la primera ronda de votaciones- están entre los políticos mejor valorados del país.

La siguiente batalla será la designación del candidato del bloque conservador a las generales del 26 de septiembre, las primeras desde 2005 sin el liderazgo de Merkel. Los nombres que se barajan -junto al nuevo líder- son el ministro Spahn y el líder de Baviera, Markus Söder, los dos políticos más populares del país tras Merkel.

CONTRA POPULISMOS Y POR EL ESPÍRITU DE EQUIPO

Laschet se había dirigido a los delegados en un tono muy personal; recordó los orígenes mineros de su familia – lo que parecía marcar las diferencias respecto al multimillonario Merz – y alertó contra la polarización plasmada en Estados Unidos por el asalto al Capitolio de seguidores del presidente saliente Donald Trump.

CONGRESO TELEMÁTICO Y ALGO ROBOTIZADO

Los tres candidatos se habían presentado ante los 1.001 delegados -número simbólico, que en las votación queda algo por debajo de los mil- con discursos de unos 20 minutos de duración, a lo que siguió la primera votación telemática y luego la de desempate.

El formato telemático ha sido la fórmula de compromiso impuesta por las restricciones de la pandemia. Alemania entró en 2021 con máximas de contagios y víctimas mortales con o por la covid-19, pero no se podía postergar el congreso tras dos aplazamientos en 2020.

Sin aplausos, sin comentarios, sin corrillos ni declaraciones a los medios todo adoptó un aspecto de congreso robotizado, en un pabellón inmenso, a modo de plató desde el que los aspirantes pedían el voto a unos delegados físicamente ausentes.

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