El Perro Maldito regresaba a las calles de Valsequillo sin restricciones como en años anteriores por la pandemia de la COVID-19
El municipio grancanario de Valsequillo volvió a teñirse de oscuridad durante la Suelta del Perro Maldito. El miedo, la crítica social y la diversión no faltaron a su cita.
Una tradición marcada por el carácter vecinal y que regresaba sin restricciones como en años anteriores por la pandemia de la COVID-19.
El Perro Maldito volvió a liberarse de sus cadenas y el mal, por momentos, se apoderó de Valsequillo. Una tradición que tras dos años de restricciones volvía con más ganas que nunca.
Ya son 36 ediciones de esta fiesta que gracias a sus vecinos y vecinas se mantiene viva.
“Y se soltó de sus cadenas” es el título de la representación que recuperó la normalidad anterior a la pandemia. En esta ocasión, no hizo falta reservar entradas ni estar sentados durante el evento, como ocurrió el año pasado. Un espectáculo de teatro de calle que recupera la participación de los vecinos y vecinas.
Un municipio abarrotado de público que se deleitó con un espectáculo que centraba su crítica a la pérdida de humanidad en favor de la tecnología y una oda a las raíces.