Un céntrico espacio de las Islas esconde un auténtico museo de arte al aire libre
A veces, un lugar común guarda secretos que nadie imagina. Espacios cotidianos por los que transitamos habitualmente y, sin embargo, no nos detenemos a observar qué detalles esconden. Existen joyas en nuestras ciudades o pueblos que, a pesar de formar parte de nuestro entorno, no siempre forman parte de nuestra vida.
Un rincón del Archipiélago, sin guías ni folletos, guarda una tradición inesperada. No encontrarás ni entradas ni mapas que te guíen hasta él, pero quien lo encuentra no lo olvida. El número de obras crece cada año y, aunque la temática es similar, todas corresponden a una historia diferente. El porqué lo encontramos en que quienes crean estas piezas no son artistas comunes, sino navegantes. Marineros y marineras que, antes de lanzarse al Atlántico, deciden dejar una marca de su paso.
No se trata de un museo tradicional. Aquí, los lienzos son rocas junto al mar. Y cada una de ellas lleva pintado un motivo distinto. Un mensaje impreso como una huella de sus paso por las Islas.
Un lugar de encuentro entre navegantes
Cada noviembre, decenas de veleros llegan al Muelle Deportivo de Las Palmas de Gran Canaria. La meta: cruzar el océano Atlántico rumbo al Caribe. Pero antes de partir, muchas de estas personas deciden plasmar algo de sí mismos en este espacio. Lo hacen para que otras personas los recuerden, para que sus nombres permanezcan, al menos por un tiempo, en algún lugar firme.
Pero quienes viajan a bordo de las embarcaciones de la Atlantic Rally for Cruisers (ARC) no son las únicas personas que dejan su impronta en el muelle. Durante años, otras tripulaciones han dejado mensajes y recuerdos en las rocas de este puerto.
Un ‘museo’ en Canarias que crece cada año
Un año tras otro, estos ‘artistas del océano’ pintan banderas de sus países, nombres de embarcaciones, fechas y dibujos de todo tipo, la mayoría con motivos marineros. Las rocas llevan pinturas de rincones lejanos y cercanos, pero con un denominador común: todos los colores y símbolos quedan plasmados bajo el sol de Canarias, convirtiendo cada piedra en una obra particular.
En este ‘museo’ de Canarias, cada viajero o viajera puede dejar una obra libremente, sabiendo que la naturaleza participará en su supervivencia. Los años, el sol y la marisma desgastan inevitablemente algunas pinturas, pero pronto acaban surgiendo otras nuevas, agrandando la dimensión de este espacio para el arte y la navegación.
El Muelle Deportivo de Las Palmas de Gran Canaria no es solo un lugar de paso. Muchos lo ven como un punto de encuentro entre navegantes. Las tripulaciones de diferentes años observan y respetan las pinturas de quienes cruzaron el océano antes que ellos, sumando relatos y aventuras a cada piedra. Porque cada color, cada símbolo y cada trazo en estas rocas, cuenta su propia historia. Historias de adioses y bienvenidas.