El artista lanzaroteño fallecía tal día como hoy de 1992 en un accidente de tráfico cerca de la sede de su fundación
Un accidente de tráfico hace 30 años, el 25 de septiembre de 1992, acabó con la vida del artista de Lanzarote César Manrique. Sin embargo, 30 años después su espíritu continúa vivo.
El accidente se produjo cerca de la sede de la fundación que lleva su nombre, inaugurada en marzo de ese mismo año. La Fundación Cesar Manrique, ubicada en la antigua residencia del artista en Taro, Tahíche, acoge hoy en día sus obras.
Nació el 24 de abril de 1919 en Arrecife, en el seno de una familia de clase media y desde muy temprana edad evidenció su facilidad para el dibujo. El artista mostró su admiración por autores como Picasso, Matisse y Braq. Manrique dejó un gran legado en su isla natal y en el mundo del arte en general, marcada por la naturaleza que lo vio crecer.
La desaparición de César Manrique fue un duro golpe para la sociedad canaria. El Cabildo de Lanzarote y los ayuntamientos de la isla decretaron tres días de luto oficial. El Gobierno de Canarias destacaba la figura de Manrique y su especial cuidado por los recursos naturales y el medio ambiente.
Manrique era consciente que el desarrollo de la isla vendría dado por el turismo, pero para ello era necesario también cuidar el paisaje.
Canarias se vistió hace 30 años de luto y por su capilla ardiente y su funeral asistió una sociedad “derrumbada” por la perdida de una figura inigualable.
Los Jameos del Agua
Los Jameos del Agua es un espacio natural y centro de arte inspirado por César Manrique, parte de su legado.
Se trata de una intervención espacial creada a partir de dichos jameos naturales por el artista lanzaroteño César Manrique y pretende mostrar al visitante un espacio para la contemplación de la naturaleza apenas intervenida por el hombre.
Su arte
Pintor, escultor, arquitecto, paisajista, diseñador, un creador polifacético y pionero del ecologismo. César Manrique fue un artista universal, un visionario que con su magnetismo personal y sus obras, de belleza única, dejó en Lanzarote una huella imborrable.
César Manrique fue capaz de dejar plasmado en sus obras su temperamento, su idea de naturaleza y su fusión con el arte. Dejó un legado que, 30 años después de su muerte, sigue siendo moderno, actual e innovador.