Uno de los efectos del volcán más visibles es la falta de vegetación, mejor conservada en el norte de las coladas
Mares de cenizas es la imagen que nos deja el volcán tras mes y medio de erupción en la que no ha cesado de expulsar piroclastos. Uno de los efectos más visibles es la falta de vegetación, que está mejor conservada en el norte de las coladas.
«Los vientos alisios reinantes nos vienen desde el noreste, entonces la mayor parte de los piroclastos que está soltando el volcán se van al suroeste», asegura Manuel Nogales, investigador del IPNA (Instituto de Productos Naturales y Agrobiología).
A pesar de la resiliencia de la vegetación, el pinar canario se está viendo afectado y ha adoptado un color amarillento.
Líquenes, vinagreras, tabaibas y verodes irán colonizando las coladas al igual que lagartos y algunos insectos, que ahora mismo luchan por sobrevivir.
Una ceniza, analizada desde el principio, a la que se le busca usos agrícolas. «Estamos haciendo experimentos con todo lo que es el lixiviado y cenizas volcánicas directas», asegura Nogales.
La ceniza se ha convertido en un auténtico problema para los habitantes de las poblaciones cercanas al volcán que han convertido en rutina diaria la limpieza de viviendas, infraestructuras y calles.