Los acusados del asesinato de Juan Carlos Tejera querían retenerlo pero no matarlo, según el responsable de la investigación inicial
Los acusados de asesinar a Juan Carlos Tejera, muerto a golpes en 2015 en Lanzarote, prepararon el asalto contra él minuciosamente, habilitando un escondite en una cueva de remoto paradero en el entorno de un vertedero de basura donde se presume planeaban encerrarlo vivo y en la que finalmente ocultaron su cadáver tras resistirse y fallecer, según policías que investigaron los hechos.
Su tesis es que los procesados «le iban a llevar allí vivo» en un principio, pero terminaron por matarlo porque al verles se les encaró.
Cogió una barra de hierro que tenía en el coche y salió a por ellos, ha explicado este martes el inspector jefe que coordinó las primeras pesquisas en la segunda sesión del juicio con jurado que se celebra en Las Palmas de Gran Canaria contra cinco hombres acusados de asesinarlo y una mujer como su presunta cómplice.
Seguimiento de las huellas
Como responsable de una investigación inicial que se emprendió poco después de que se diera por desaparecida la víctima un jueves por la noche, el inspector jefe ha señalado como indicio las huellas encontradas a lo largo de los caminos de tierra y piedra que conducen a la gruta adonde fue a parar.
Ya que, si bien en un tramo había vestigios que apuntaban a que habían parado el coche en que transportaron el cuerpo, lo sacaron y lo arrastraron por el suelo hacia el escondite algo más de 100 metros en dos trechos de 50 o 60 metros cada uno donde se apreciaron marcas de un bulto empujado por allí flanqueado por pisadas de dos personas que tirarían de él, éstas cesaban cuando aún les quedaba bastante recorrido.
Lo cual da a entender que no pensaban tener que cargar con un cadáver sino obligar al hombre a caminar hasta el sitio pero se vieron abocados a improvisar y, tras avanzar parte a pie, «allí se ve que les cuesta bastante» llevarlo («no olvidemos que era un hombre corpulento», ha recordado), por lo que terminan por subirlo de nuevo al vehículo para transportarlo en él, ha declarado.
Además, el automóvil empleado, una camioneta todoterreno de la propia víctima, presentaba manchas de sangre y otros restos del fallecido en la zona del asiento trasero pero también en la caja de carga abierta del vehículo.
Algo que, ha opinado, revela que el cuerpo del hombre, que se piensa murió cuando le atacaron e hizo frente a sus asaltantes inesperadamente en el garaje de su domicilio, donde quedó un evidente rastro de sangre, fue primero metido en el asiento y llevado hasta el camino por el que lo arrastraron y luego acabó en la caja de carga cuando se cansaron y decidieron volver a subirlo al coche.
Retenerlo, no matarlo
La idea de que lo que querían era retenerlo y no matarlo de entrada también parece apuntalada, según los investigadores de la Policía Nacional, por el estado de la cueva en la que lo ocultaron, donde se descubrieron diversos supuestos preparativos para su cautiverio.
Entre ellos, una estaca, una tienda de campaña, una especie colchón e, «incluso, en el suelo creo que estaba preparada una argolla con hormigón, para amarrar a alguien», ha referido otro de los agentes que intervinieron en las pesquisas, en este caso el guía de una perra especializada en buscar cadáveres que fue la que dio con el paradero de la víctima.
De lo organizado que estaba el ataque de antemano según los investigadores daba fe igualmente el hecho de que el escondite «estaba muy bien tapado, con piedras, con madera, con plástico incluso», lo cual evitó que se escapara el olor que emanaba el cuerpo ya en descomposición, según ha rememorado otro policía que estuvo en el lugar cuando se produjo el hallazgo, una semana y varios días después de desaparecer el fallecido.
En tanto que, una vez localizado el sitio y practicado «un pequeño agujero» a fin de observar si realmente estaba allí, «ya empezó a desprender olor», ha precisado el primero de los guías caninos.
Tras las declaraciones de varios agentes de la Policía Nacional, el juicio contra los presuntos asesinos de Juan Carlos T.C., que se enfrentan a condenas de hasta 27 años de prisión, proseguirá con la participación de nuevos testigos este miércoles en la Ciudad de la Justicia de Las Palmas de Gran Canaria.