Casi el 90 por ciento de los muertos en Birmania recibieron un disparo en la cabeza
El número de muertos debido a la violencia de la policía y los soldados en Birmania (Myanmar) tras el golpe de Estado del pasado 1 de febrero asciende ya a 320, la mayoría de ellos civiles fallecidos en las protestas contra la junta militar.
Los fallecidos superaron el umbral de los 300 tras la violenta jornada del jueves en la que fallecieron 11 civiles en varias ciudades del país después de que las fuerzas de seguridad volvieron a disparar contra los manifestantes, según el recuento de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP).
La AAPP precisa en su informe que de las 195 víctimas de las que tiene información sobre la causa de la muerte, casi el 90 por ciento recibieron un disparo en la cabeza, mientras que la mayoría de los fallecidos fueron en la región de Rangún, aunque también en la de Mandalay y los estados Shan y Kachin, entre otros.
Primera víctima mortal
La primera víctima mortal ocurrió el 8 de febrero, pero la mayoría de las muertes tuvieron lugar en el mes de marzo, principalmente el día 14 cuando fallecieron al menos 78 en la jornada más sangrienta hasta el momento.
La víctima más joven es una niña de 7 años que murió tras ser alcanzada en el estómago por un disparo de los uniformados que invadieron su vivienda en Mandalay el pasado martes. La de mayor edad tenía 78 años.
«Las condiciones en Myanmar se están deteriorando, pero se pondrán probablemente mucho peor sin una respuesta sólida e inmediata en apoyo a aquellos bajo asedio», advirtió el relator especial de la ONU para la situación de los derechos humanos en Birmania, Tom Andrews.
Reclamo para frenar la crisis
El relator lamentó en un comunicado que no se está haciendo suficiente para frenar la crisis e instó a la Unión Europea, Estados Unidos y China a convocar una cumbre de emergencia con todas las partes, incluidos los parlamentarios electos que fueron «depuestos ilegalmente» y que han formado un Gobierno civil clandestino.
A pesar de la represión con gases lacrimógenos y disparos con munición de goma y real, los birmanos continúan saliendo a diario a las calles para protestar contra la junta militar y pedir la liberación de los líderes detenidos, incluida la jefa del Gobierno depuesto y nobel de la paz, Aung San Suu Kyi.
De noche, cuando las autoridades cortan internet, los soldados y la policía también realizan redadas y se producen ataques, como el de esta madrugada contra la sede en Rangún de la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido de Suu Kyi.
Según las cámaras de vigilancia, unos desconocidos lanzaron un explosivo incendiario contra las oficinas, pero los vecinos pudieron sofocar el incendio antes de que pudiera provocar daños mayores.