El objetivo de ‘Nika, el calderón tropical’ es intentar salvar a Canarias de sí misma
El biólogo y divulgador Felipe Ravina ha estrenado el documental ‘Nika, el calderón tropical’. En este, a través de una profunda y emotiva historia, se expone la rica diversidad natural de Canarias y señala los riesgos que corre el archipiélago por la presión que, en su opinión, la mala planificación, el turismo de masas y la sobrepoblación suponen para su futuro.

El filme se emitió por primera vez en Canarias después de obtener la Barandilla de Oro en el CimaSub, el festival más prestigioso de España para cortometrajes y documentales marinos, y de participar en el Ocean Film Tour en Alemania y Austria.
La población residente de calderones tropicales más grande del mundo
Ravina, codirector de la obra junto con José Hernández, explica que Nika y su familia forman parte de la población residente de calderones tropicales más grande del mundo, situada en la Zona de Especial Conservación (ZEC) Teno-Rasca en el sur de Tenerife, con alrededor de 400 ejemplares.
“Dentro de esta población tan importante aparece Nika, con un comportamiento mucho más curioso de lo normal. Lo que genera que empiecen a pasar una serie de casualidades que no podemos explicar. Es una historia muy bonita que hace que la gente se enamore del animal y lo quieran proteger con todas sus fuerzas, como si fuera parte de su familia”, indica el biólogo.
Las espectaculares imágenes que forman la obra fueron grabadas gracias a que tuvieron “mucha suerte” después de años de trabajo junto a Mirna Piñero y Sergio Hernández, los otros protagonistas, para los que hacen falta permisos especiales del Ministerio de Transición Ecológica para poder realizar investigaciones y divulgación con cetáceos, una práctica prohibida en España.
“La protección que tenemos ahora mismo del mar en Canarias es muy pobre. Tenemos solamente reservas marinas en tres de las ocho islas y en Tenerife no tenemos ninguna. Llevamos 20 años esperando por una y los recursos para la vigilancia y para la protección son mínimos e insuficientes. Eso al final se traduce en que los animales sufren de estrés crónico en esa zona”, relató Ravina.
La atracción de nuevas especies marinas
Las buenas condiciones climáticas han atraído por igual a los calderones y a los turistas, pero también a otras muchas especies marinas como tiburones o la tortuga verde, que conviven con cientos de buques recreativos y motos de agua, así como actividades ilegales de excursiones y pesca para los que solo existe un único barco de vigilancia que no da abasto.
Otro de los grandes retos que afronta el archipiélago canario es el de los emisarios submarinos, tuberías que van desde la tierra hasta el mar para verter aguas residuales, una práctica que en Tenerife cuenta con más de 200 puntos repartidos por toda la costa, lo que crea “un daño inmenso a los ecosistemas marinos” y supone “un riesgo para la salud pública”.
“Todas esas aguas fecales están llenas de bacterias, de virus, de parásitos, y todo eso está en contacto con la gente. Ya ha habido varios casos de personas que han contraído enfermedades graves porque se han bañado en aguas contaminadas. Los ayuntamientos no tienen sistemas para detectarlo, porque hacen controles una vez cada tanto tiempo y cuando dan el aviso ya es demasiado tarde”, expresó Ravina.

“Cuna del Alma es el claro ejemplo de cómo se están haciendo las cosas en Canarias”
El experto advierte que el problema está fuertemente vinculado a la sobrepoblación de una isla que no para de aumentar y en la que las administraciones, lejos de poner soluciones que frenen esta tendencia, se posicionan del lado de la construcción de nuevos complejos turísticos y villas de lujo para extranjeros, como es el controvertido caso de Cuna del Alma en el municipio de Adeje.
“Cuna del Alma es el claro ejemplo de cómo se están haciendo las cosas en Canarias. Privatizan una zona pública, destrozan su ecosistema y borran uno de los últimos pueblos del sur de la isla. Además, el proyecto tenía tres paralizaciones por ser legalmente inviable y el actual Gobierno de Canarias ha hecho todo lo que estaba en sus manos para levantarlas y que las obras sigan”, indicó el divulgador.
Sensación de colapso
La suma de todas estos problemas ha llegado a crear entre los canarios una sensación de colapso que amenaza su calidad de vida y la supervivencia del territorio en el que habitan, lo que se tradujo en abril de 2024 en la mayor movilización de la historia del archipiélago bajo el lema “Canarias tiene un límite”, de la que Felipe Ravina fue uno de los principales impulsores.
“Es una preocupación generalizada, que movilizó a cientos de miles de personas en las 8 islas para exigir un cambio de modelo. Que se dejen de destruir las islas y se frene este crecimiento sin límites. Es una muestra de fuerza frente a los políticos que están llevando a cabo una muy mala gestión plagada de corrupción”, detalló.
Una crisis que pone en riesgo al propio sector turístico, ya que la poca “capacidad de gestión y vigilancia” se traduce cada vez más en “una experiencia horrible para los visitantes”.
“Cada año perdemos más espacios naturales. Los pocos que quedan están masificados y para la biodiversidad y para los que vivimos aquí la situación es cada vez más grave, porque no se para de construir y se abandona a su suerte al territorio. Es una situación en la que todos vamos a perderlo todo, se mire por donde se mire”, concluyó Ravina.