Los vecinos dicen que las palizas y ruidos eran constantes en casa de acusado

Segunda jornada del juicio contra un hombre acusado de matar a su pareja en la urbanización Princesa Yballa de La Laguna. Los vecinos y policías que intervinieron en un primer momento califican lo que vieron de dantesco

Informa:Lidia Rguez. Fuentes / Sergio Bencomo

Los vecinos del edificio de la calle Princesa Yballa de La Laguna, donde una mujer resultó quemada en septiembre de 2020, tras ser rociada con gasolina por quien podría ser su pareja, coinciden en asegurar que los sonidos de palizas, discusiones, ruidos y trasiego de personas eran constantes en la vivienda.

Este martes, la segunda jornada del juicio con jurado por asesinato se centró en explicar el entorno en el que vivía el acusado y la víctima en sus últimos días y relatar cómo fueron los momentos posteriores al incendio.

Los testigos que vivían en el edificio recuerdan que sobre las 3:30 de la madrugada primero oyeron una gran explosión con humo que salía de este piso. Cuando algunos se acercaron a ver lo que ocurría, observaron que al abrir la puerta desde afuera encontraron a la mujer en el suelo totalmente quemada y gritando sin cesar: “Me intentó matar, me roció de gasolina…”.

Un vecino consiguió subirla unos escalones y allí “se sentó al lado mío, en posición fetal, sin cejas y con uno de los ojos cerrados, yo la tranquilizaba diciéndole que la ambulancia ya estaba en camino. No se la podía tocar, pero, sin embargo, no parecía sentir dolor”.

Delante del testigo, la mujer le gritó al acusado: “me metiste en la ducha, me echaste gasolina y luego me prendiste fuego”. La respuesta de este era que se callara y aseguraba que todo había sido un accidente y que la había intentado ayudar.

Los vecinos escucharon al acusado decir que la iba a quemar

La mujer también pedía de forma insistente que le trajeran su bolso y el DNI. Dada la complicación de lo que ocurría, ningún testigo pudo concretar si ambos tenían signos de haber consumido drogas o alcohol.

Casi todos también coinciden en que el aspecto de la mujer era como si se hubiera derretido. La ropa se le pegó a la carne y desapareció en la zona del pecho. Pese al estado en el que estaban, los dos pedían de forma insistente que les dieran un cigarrillo.

Hora antes los vecinos escucharon cómo Abraham gritaba que la iba a quemar a ella y a todo el edificio, y también que la quería descuartizar. Precisamente, una de las incógnitas de este juicio es el papel que jugó un machete de grandes dimensiones que estaba en el suelo frente al baño.

En principio nadie pensó que las heridas fueran tan graves hasta el punto de causar la muerte de la mujer el día siguiente y obligar a trasladar al acusado fuera de la isla.

Animales maltratados

Todos ellos comprendieron que el origen del incendio era el grupo electrógeno que utilizaban en la casa para iluminarla y la gasolina con la que funcionaba. Este aparato daba lugar a las protestas de los vecinos por su peligrosidad y el ruido que hacía. Unos días antes fue la causa de que saliera humo por las ventanas con la consiguiente alarma que generó.

Al parecer siempre tenían también algún perro que daba la impresión de ser maltratado y uno de los testigos dijo que en el pasillo de la casa “si no había una tonelada de excrementos no había nada”.

Uno de los datos que resultan más controvertidos es el tipo de relación que mantenían el acusado y la víctima. Algunos decían que los habían visto en actitud cariñosa y que eran pareja y otros que tan solo la vieron por primera vez pocos días antes y que no se diferenciaba del resto de personas que transitaban por la vivienda.

“Era posible que pasara en un momento de tratarla con cariño y un minuto después la estuviera insultando. Aquello parecía una casa de okupas”, dijo uno de los testigos. Otros indicaron que la trataba de forma despectiva, que un día desde la ventana le gritó para que entrara y en otra ocasión desde el balcón amenazó con matarla porque le había dejado sin comida.

Actitud sumisa

La actitud de ella siempre fue sumisa. Una de las vecinas tuvo que cambiar de cuarto para dormir a causa de los continuos ruidos y peleas. Otra de los testigos vivía en el bloque de enfrente y grabó un video de lo ocurrido que fue visionado el martes 22.

Las dos hijas de la víctima dijeron que tenían buena relación con su madre, que la veían con cierta frecuencia y que la última vez les confesó que había conocido a un chico y que estaba viviendo con él, que era su novio.

Ninguna de las dos llegó nunca a conocer a Abraham y ni siquiera sabía dónde vivían. Este martes declararon tras un biombo para preservar su identidad.

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