Direna Alonso Curbelo / Investigadora canaria residente en EEUU
Direna Alonso Curbelo nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1984. Sus recuerdos de la infancia la llevan al barrio de Guanarteme, donde su familia se traslada por motivos laborales. Aunque se crió en San Felipe.
Las Canteras es uno de sus rincones favoritos. El mar, calles que llevan al azul infinito y al olor a sal.
Echa mucho de menos el ambiente humano, la calidez de la gente de Canarias y esa espontaneidad de hacer planes sin necesidad de pensarlo demasiado.
«Tenemos una diversidad cultural impresionante para ser un lugar tan pequeño y es algo que tenemos que potenciar», destaca de sus recuerdos, «y lo digo estando en Nueva York, que se supone que es el centro de la cultura del mundo».
«Pero también ocurren muchas cosas en nuestras calles, en nuestro entorno, que no lo apreciamos al estar ahí: desde un concierto de la Filarmónica, el WOMAD o la ruta Playa Viva».
Reside en Nueva York, en Estados Unidos, desde hace siete años. Allí, trabaja en el lnstituto Memorial Sloan Kettering Cancer Center, uno de los más prestigiosos del mundo, para desarrollar su investigación posdoctoral en el laboratorio de Scott W. Lowe.
Pero salió antes de las Islas para estudiar Farmacia en la Universidad Complutense de Madrid y doctorarse en Biología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid.
«Me vine a Estados unidos por gusto y porque tuve esa oportunidad, por supuesto», comenta Direna. «Creo que es un lugar donde hay muchísimas posibilidades para los investigadores, es muy estimulante», añade.
Muchas personas que se dedican o quieren dedicarse a la investigación tienen que salir de España porque «no hay muchas posibilidades de realizar investigaciones en centro potentes», destaca. «Casi todos venimos con la ilusión de volver, es mi caso. Yo lo considero como una migración interesante, muy enriquecedora».
Además, señala, «la formación de los investigadores españoles es muy buena y están muy bien considerados en todo el mundo».
Desde la distancia ve a las Islas como las minúsculas partículas que observa a través del microscopio, donde se hacen enormes desde la emoción.
«Todos los días son días de Canarias cuando no estás ahí», rememora con añoranza, para explicar que no ha podido volver «desde que comenzó la pandemia pero, desde que pueda, iré. Lo necesito: volver a Canarias me reporta felicidad y salud».