Álvaro García Ortiz, fiscal general del Estado, ha asegurado ante el rey que es «plenamente consciente» de su situación procesal, pero ha dejado claro que su asistencia a la apertura del año judicial es porque cree en la justicia
El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, ha asegurado ante el rey que es «plenamente consciente» de su situación procesal, pero ha dejado claro que si asiste a la apertura del año judicial es porque cree en la justicia y en las instituciones que la conforman «y, por supuesto, también en la verdad».
García Ortiz se ha referido así en el Salón de Plenos del Tribunal Supremo después de que las asociaciones mayoritarias de jueces y fiscales y la mitad del CGPJ le hayan pedido que no asistiera a este acto por estar procesado por un delito de revelación de secretos y a las puertas del juicio.
Asegura que respeta todas las opiniones
Bajo la atenta mirada de jueces y fiscales, entre ellos quienes previsiblemente le juzgarán en los próximos meses, el fiscal general ha asegurado que es «plenamente consciente de las singulares circunstancias» de su intervención como consecuencia «de su situación procesal» y ha señalado que respeta todas las opiniones.

Pero acto seguido ha hecho una mención directa: «Si estoy aquí como fiscal general del Estado es porque creo en la justicia y en las instituciones que la conforman. Creo en el Estado de derecho, en la independencia del Poder Judicial, en los principios de legalidad e imparcialidad. Y, por supuesto, también en la verdad».
Destaca que la Fiscalía no es una caricatura sumisa al poder establecido
Además, García Ortiz ha aprovechado la ocasión para pedir respeto al Ministerio Público y defender a la institución: «Hago un humilde llamamiento para reclamar el máximo respeto a la función de la Fiscalía española, al trabajo de todos los fiscales. Creo firmemente en el Ministerio Fiscal como la institución fuerte que es. Sólida, confiable, que vertebra un país y que garantiza el cumplimiento de la ley».
Es más, ha subrayado que «lejos de ser una caricatura sumisa al poder establecido que algunos tratan de proyectar, la Fiscalía es la mejor salvaguarda para la ciudadanía y el Estado de derecho».
Por eso, ha apelado a la aprobación de una nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal que atribuya la dirección de la investigación al Ministerio Fiscal, un cambio legal que «precisará de una metamorfosis de la Fiscalía española».
Entre ellos, ha citado, «los procesos internos de toma de decisiones para encauzar las discrepancias». «Será preciso, pues, establecer un sistema de contrapesos en el que el interés particular no se anteponga nunca al general. Restringir el poder del fiscal general del Estado, si se considera pertinente», ha añadido.
«Estoy aquí en mi condición de fiscal general del Estado»
García Ortiz ha comenzado su discurso subrayando explícitamente su posición institucional como fiscal general. «Es un honor, como jurista, como fiscal y como ciudadano de este país, estar hoy aquí -en mi condición de fiscal general del Estado- en el Salón de Plenos del Tribunal Supremo».
Inmediatamente ha hecho referencia a que acude a «este acto solemne y reglado presidido por el jefe del Estado» para «participar como dispone la ley en la apertura de un nuevo curso judicial en España».
La víspera del acto, las asociaciones mayoritarias de jueces y fiscales, así como los vocales conservadores del CGPJ, habían pedido que no asistiera pero desde Fiscalía destacaron que García Ortiz estaba obligado a acudir a este acto como marca la ley; por tanto, no puede elegir ir o no ir que es, en síntesis, lo que ha defendido ante la judicatura y las altas instituciones del Estado.
Pese a la tensión que precedía este acto, su intervención ha transcurrido con normalidad y no se ha producido ninguna acción de protesta ni gesto discordante por parte de los asistentes al acto.
Al contrario, al término de su intervención se han escuchado aplausos en la sala, un hecho insólito y poco común en este acto, muy rígido en costumbres y protocolos. Si bien los más próximos a García Ortiz no han aplaudido su discurso y han permanecido en silencio, como la mayoría de los magistrados y vocales del CGPJ.