Chaxiraxi y Guayarmina: cómo el culto aborigen al cielo devino en Candelaria y el Pino

«Chaxiraxi. Sincretismo religioso en Canarias» es el resultado de la investigación de Miguel A. Martín en torno a cómo «una estrella que viaja en el cielo puede convertirse en la Virgen María»

El culto aborigen al cielo encarnado en Chaxiraxi y Guayarmina fue adaptado por los conquistadores hasta devenir en las advocaciones de mayor devoción en Canarias: la virgen de Candelaria y la del Pino, entre cuyos atributos pervive la media Luna, el Sol y el arco de estrellas.

La Virgen del Pino y la Virgen de Candelaria en una imagen de archivo
La Virgen del Pino y la Virgen de Candelaria en una imagen de archivo

Sobre esta cuestión ha indagado el historiador Miguel A. Martín en el libro «Chaxiraxi. Sincretismo religioso en Canarias», editado por Bilenio Publicaciones y que será presentado el 24 de octubre en la Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas de Gran Canaria, el 30 del mismo mes en La Palma y en Tenerife el 12 de noviembre.

«Chaxiraxi. Sincretismo religioso en Canarias» es el resultado de la investigación de Miguel A. Martín en torno a cómo «una estrella que viaja en el cielo puede convertirse en la Virgen María», y alude en concreto al caso de la Candelaria, una festividad que, de forma excepcional, tiene dos celebraciones, el 2 de febrero y el 15 de agosto.

Ambas fechas comparten una peculiaridad: el tránsito por el cielo de Canopo, que tiene su orto vespertino el 2 de febrero y reaparece al amanecer del 15 de agosto.

Dinastía superior de mujeres

«¿Y qué es Guayarmina?: pues en traducción del filólogo Ignacio Reyes es «el espíritu que nos protege hasta la sequía prolongada», esto es, la estrella que aparece en invierno y marca las lluvias y la fertilidad en los cultivos y se oculta hasta el verano, Canopo», apunta el investigador.

Guayarmina es la denominación de la dinastía superior de mujeres «importantísima» entre los aborígenes de Gran Canaria, pues su líder, el guanarteme, tenía que casarse obligatoriamente con una guayarmina para poder gobernar, detalla Martín.

En las primeras descripciones de esta sociedad se indicaba cómo los indígenas canarios veneraban un pino enorme junto a unos dragos y una fuente siempre acompañados por un lucero, una estrella.

Incluso en el Génesis, en el Antiguo Testamento, se habla «de una estrella que bajó del cielo», identificándola con la madre de Dios, realmente una incorporación de elementos «paganos» de las sociedades antiguas en las que predominaba el culto a deidades femeninas, a la fertilidad.

Sociedad matrilineal

También los primeros habitantes de Canarias vivían en una sociedad matrilineal, en la que la filiación se transmite de madre a hijo, precisa Miguel A. Martín, que asimismo detalla cómo el cristianismo transformó las antiguas deidades de Mesopotamia, Egipto, Grecia y Roma, las «diosas madre», en la Virgen María.

«Ese es el sincretismo, la fusión, la mezcla de elementos culturales, astrales y religiosos en el que se termina imponiendo una cultura sobre otra, en este caso el cristianismo, pero aún con elementos disfrazados», señala Martín.

Este hecho «nos da un fundamento importante de cómo se produce el cambio de una estrella a la Virgen María» y pervive en su imagen los detalles de los antiguos cultos astrales, como la media Luna en los pies, el Sol y el arco de estrellas, que eran muy difícil de cambiar, añade el investigador.

Y es que el cristianismo «desacralizó el cielo pero no pudo hacerlo del todo», y de ahí el sincretismo para poder hacer «atractiva» la nueva religión a los aborígenes.

Realmente lo que la Iglesia medieval quería erradicar era la adoración a los elementos del firmamento y por ello se adaptó «perfectamente» el calendario indígena de Canarias al nuevo culto a Candelaria y el Pino.

Ello dio lugar a que todas las patronas o, en palabras de Miguel A. Martín, «matronas» de todas las islas canarias son vírgenes con el niño en brazos, lo que da continuidad al sentido de maternidad en la cosmovisión indígena.

Aparición de la Virgen y primeras ermitas

Y ¿a quién se le aparece la Candelaria?: a los aborígenes, no a los conquistadores, puesto que la idea de una aparición milagrosa es otra de las secuelas del cristianismo medieval de la época. Son apariciones marianas en lugares remotos, como cuevas, roques, pinos, peñas y otros elementos de la naturaleza identificados con asentamientos indígenas o lugares sagrados para ellos.

De hecho las primeras ermitas se asentaron en lugares vinculados con los aborígenes, como el caso de la Capellanía y la Candelaria (de nuevo) en Fuerteventura, que incluso tiene tallada en una puerta y en una ventana imágenes del Sol y dos estrellas.

Son emplazamientos situados en un cruce de orientaciones astronómicas ya que unen el espacio con el tiempo, es decir, un asentamiento en el que el tiempo lo marca el Sol que sale o se pone sobre unas montañas pronunciadas, Tindaya y Escanfraga, eventos astronómicos que vuelven a coincidir con el 2 de febrero y el 15 de agosto.

Ana Santana / EFE

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